Una pintura cargada de simbolismo

7 julio, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

El historiador del arte y artista pintor Manuel Caballero ofrece en Quadro’s Art (San Fernando, Cádiz) una explicación magistral sobre su obra más reciente.

El problema de nuevo arte viene de su difícil comprensión, siempre y cuando no sea la interpretación libre del espectador lo que trate de provocar la obra. Pero éste no es el caso de Manuel Caballero, cuya pintura, aunque figurativa, parece mucho más rica cuando alguien que la conoce explica el proceso. Y ya si es el propio autor, la experiencia se convierte en un lujo.

Porque una tarde de lujo fue lo que los asistentes a la galería Quadro’s experimentaron este viernes frente a Neptuno derramando sobre Cádiz la lluvia de oro y los peregrinos triunfantes. Es el nombre que recibe un tríptico del artista creado expresamente para la exposición Contratación/Pentecostés integrada en los fastos del Tricentenario y expuesta recientemente en el Museo Histórico Provincial. Claro que entonces solo se pudo disfrutar del resultado final, sin todos los bocetos que conforman el proceso creativo de una obra que contiene más simbología de lo que unos ojos neófitos son capaces de captar a simple vista y que ahora se encuentran en esta casa isleña.

La obra debía fundir, según Caballero, el pasaje bíblico de Pentecostés [… y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo…] con el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz en 1717. Una premisa compleja pues «no quería limitarme a copiar el cuadro de Zurbarán de 1630», obra que en cierto modo motivaba la experiencia por su vinculación con este organismo. Así, manteniéndose fiel a uno de sus temas más recurridos como es la mitología clásica, «convertí al Espíritu Santo en Neptuno, quien riega con el oro de América a Hércules en el rol del colegio apostólico y la ciudad», aclara el autor. «El semidiós bebe ese oro del mismo modo que los apóstoles reciben sobre su cabeza el fulgor de la llama santa».

Manuel Caballero explica algunos de los bocetos prelimnares, también expuestos.

Manuel Caballero explica algunos de los bocetos prelimnares, también expuestos.

Además de éste, el tema central, se observan una serie de elementos con su propio significado, como la caracola, que «con su forma helicoidal, infinita, alude al desarrollo de la eternidad», o grotescas figuras zoomorfas atacadas por el pez aguja, una particular crítica al arte contemporáneo. Pero Caballero estaba ante un trípitico, en recuerdo de los que se hacían en la Edad Media y más concretamente durante el Gótico. Todo lo descrito hasta el momento conforma la parte central, la cual está flanqueada por otras dos tablas de menor tamaño bautizadas como el Peregrino Anhelante y el Peregrino Triunfante. El primero, a la izquierda, se dirige a América en busca de fortuna. «Va de Norte a Sur y de Este a Oeste», explica, lo que también se deduce de las constelaciones reflejadas; la Osa Mayor y la estrella polar. Además, «sostiene el cayado de peregrino y refleja en el rostro el anhelo de quien busca algo y no sabe lo que encontrará». El segundo, a la derecha, vuelve triunfante a España con el oro americano en la mano, pero «cristianizado, a modo de corazón sangrante». Este elemento, recuerdo de los sacrificios humanos que los aztecas practicaban a sus cautivos, se convierte en este cuadro en el Sagrado Corazón de Jesús. Al fondo la constelación conocida como Cruz del Sur.

Ambos lienzos incluyen sendos orbes -oriental y occidental- y dos columnas, alegoría de las de Hércules. Aunque quizá lo más interesante de la muestra sean los bocetos expuestos al otro lado de la sala y que describen visualmente el proceso creativo de la obra. Son, ante todo, los rostros de los personajes aunque «algunos de ellos se perdieron por el camino, o quedaron reducidos a un espacio mínimo». Varias de estas láminas están aprovechadas por las dos caras y absolutamente todas llevan la firma del autor, la fecha y hasta la hora de finalización. Su condición de bocetos no los hace merecedores de menos esfuerzo pues «siempre cumplo el mismo esquema, partiendo de un punto sobre una superficie plana», comenta el maestro. De ese punto surge una serie de relaciones en base a líneas primero y finalmente cuadrículas, las mismas con las que «desbrozo el terreno» y que facilitan el ‘traslado’ al soporte definitivo.

Para Caballero era importante exponer estos bocetos porque «nada surge de la nada». De igual modo que una segunda obra, también expuesta en Quadro’s, que formó parte hace unos años de Los días y los trabajos, exposición organizada por la Diputación Provincial de Cádiz después de que el autor donara una colección que resume toda su trayectoria con obras metafísicas, surrealistas y particularmente ricas en contenido simbólico.

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