por Alejandro Díaz Pinto
El trabajo de Enrike Kieslich se han convertido en viral. Todos sus beneficios están destinados a solucionar de forma ética el problema de las colonias felinas callejeras.
Cuidar la naturaleza con recipientes para albergar naturaleza realizados de manera respetuosa con la naturaleza. Así podría definirse la labor —una entre tantas— que desarrolla Enrike Kieslich en La Isla con sus ya famosas ‘macekats’, unas artísticas macetas de material reciclado destinadas a recaudar fondos para solucionar de manera «real» y «ética» el problema de las colonias felinas. De ahí que presenten la forma de este animal.
Enrike es conocido en San Fernando por su gran implicación en causas sociales y, especialmente, animales. Siempre tuvo perro en casa, pero fue hace siete años cuando al adoptar un gatito callejero comenzó a desarrollar una sensibilidad especial por estos temas. Tampoco fue de un día para otro sino que poco a poco recababa información, se fijaba más en la situación de estos animales en La Isla. «Es un mundo más complejo de lo que parece donde cada uno te dice una cosa… hay mucha leyenda urbana», explica Enrike, que tras mucho trabajo de campo tiene muy claras sus ideas.
Pero la culpa no es de los animales, sino de las personas. De quienes los tratan como si fueran juguetes o los dejan salir de casa sin preocuparse de que procreen. Esto da lugar a que se formen grandes colonias felinas sin dueño que posteriormente sufrirán el rechazo de vecinos que no las quieren cerca. «Seguramente los que más se quejan sean sin saberlo los que dan lugar a este problema», concreta. Y la solución, desde luego, no pasa por llamar a la perrera. En primer lugar, porque no es real: «al no controlar el número de individuos, sacrifican muchos gatos —los que consiguen capturar— pero quedan otros tantos que siguen reproduciéndose sin control». En segundo lugar, porque no es una solución ética: «ellos, los que ya existen, no tienen por qué pagar nuestra falta de responsabilidad». Y en tercer lugar, porque «se estarían cargando todo el trabajo de muchos voluntarios, la mayoría particulares, que sin cobrar nada, luchan diariamente por la supervivencia de estos animales», concluye Kieslich.
Por eso, con el apoyo de un ayuntamiento que defiende los ‘sacrificios cero’, se ha creado una red de voluntarios a través de Internet que poco a poco se van organizando para atender las 36 colonias que hay contabilizadas en este momento en La Isla. Es un trabajo duro, explica, porque «muchos piensan que nos limitamos a dejarles pienso en la calle». Error. «Se trata de desarrollar estrategias logísticas para su control, esterilizándolos para que no puedan procrear pero respetando a los que ya están». Para ello estos voluntarios deben comprar herramientas como ‘jaulas-trampa’, esperar a que surtan efecto, desparasitarlos, llevarlos al veterinario, costear las operaciones —en algunos casos superan los 150 €— y lidiar con las quejas, insultos y denuncias de vecinos que no entienden este trabajo en el que «se invierten muchas horas» y donde «a veces pasamos malos ratos al dar con animales muertos, o enfermos». La mayoría de las crías no salen adelante, de hecho, aunque «si se cogen a tiempo intentamos darlas en adopción». Los adultos son ya gatos salvajes a los que hay que controlar mediante lo que los voluntarios denominan ‘CES’ -captura, esterilización y suelta-, «paso previo a concienciarnos de que tenemos que convivir con ellos y que no sería posible sin el censo realizado desde la administración municipal». Algo que tampoco queda al azar, sino que «las hembras tienen prioridad, su operación es más complicada… aunque la de los machos también es necesaria para evitar las peleas a cuenta del marcaje», explica.
Todo ello cuesta dinero. Dinero que sale de sus propios bolsillos y que Enrique ha optado por conseguir dando rienda suelta a su creatividad. Buscando ideas en la red encontró «unas macetas con forma de gato que he adaptado, dado un toque personal». Están realizadas a base de material reciclado, recortado, al que posteriormente se aplica una capa de spray, varias manos de pintura al agua y barniz de fijación. Están disponibles con o sin planta y debido a su éxito desde la última festividad de San Antón, cada vez son más las formas y colores disponibles. Hay gatos, perros, ovejas, toros… y hasta girafas. Son macetas muy originales elaboradas de forma artesanal que con sus ganancias facilitan la vida de estos animales y de sus cuidadores. Ya las hay en Barcelona, Valencia y, por supuesto, en casi todas las localidades de la Bahía de Cádiz, «al Puerto de Santa María mandamos recientemente varias decenas de un solo pedido», agrega. Pero la creatividad no tiene fin y hay otras ideas en camino, por ejemplo una nueva colección de abanicos con temas felinos.
Quizá la principal cuenta pendiente sea «visibilizar este trabajo para que los vecinos lo entiendan, y empiecen a respetarlo». De ahí que se plantee la necesidad de crear una asociación que les permita colocarse a pie de calle con todos los permisos necesarios, sin miedo a las denuncias y con sus propios carnets de voluntario que en teoría recibirán en breve por parte del Ayuntamiento. «Tenemos que reconocer que tanto la alcaldesa como las concejalas que se han hecho cargo de la delegación competente, Ana Lorenzo y Mar Suárez, son sensibles al tema». Cumplido este objetivo ganarán, al menos, más horas de sueño, y recuerda que «toda ayuda económica, humana o institucional que recibamos será bienvenida».
«Si el sacrificio fuese una solución, el problema de los gatos callejeros ya se habría erradicado». Respecto a los que atacan con el manido argumento de que «hay problemas más importantes», Enrike lo tiene claro: «poneos a trabajar por vuestras prioridades y dejad que los demás hagamos lo mismo».
Los interesados en contactar con Enrike pueden hacerlo a través de Facebook, pulsando aquí. O vía correo electrónico a la dirección ekieslich@hotmail.com
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