Una investigadora isleña descubre la ‘Hormona de la Navidad’

28 diciembre, 2016

por Antonio Díaz González

Los estudios de ADN aplicados a restos humanos prehistóricos están suponiendo un nuevo amanecer en el conocimiento de nuestros orígenes. El último de estos estudios, publicado por la gaditana María del Carmen Cándida Santaella en la revista norteamericana Prank Science, está siendo motivo de polémica hasta el punto de haber sido rebatido en un comunicado oficial del Vaticano. Todo comenzó hace seis años en la universidad médica austríaca de Truthahnfett, en donde sus investigadores, tras un meticuloso estudio en un grupo de estudiantes voluntarios, consiguieron aislar una hormona desconocida hasta entonces. La hormona, que fue bautizada con las siglas PRL/5-HT debido a sus  claras similitudes con la serotonina y la prolactina, fue encontrada en las muestras de sangre  de cincuenta y ocho estudiantes voluntarios. El estudio se realizó sobre muestras conseguidas en diciembre de 2010, pero posteriores investigaciones similares no consiguieron aislar de nuevo la citada hormona. El descubrimiento quedó aparentemente en el olvido sin haberse conseguido averiguar la función concreta de la hormona  PRL/5-HT en el cuerpo humano.

Pero aquel estudio no se borró de la mente de una de las becarias que trabajaron en él. Las técnicas de obtención de ADN mitocondrial en restos antiguos han avanzado en pocos años hasta el punto de revolucionar nuestro árbol genealógico ancestral y el origen de nuestro comportamiento. Eso animó a la otrora becaria, hoy doctora en bioquímica, M. Carmen Cándida Santaella y su equipo, a recomponer el grupo de trabajo de la universidad de Truthahnfett. Tras muchos análisis en un universo de restos óseos de ancestros cavernícolas, llegó a aislar el ADN de la hormona PRL/5-HT, la misma que se había conseguido extraer en el grupo de alumnos. Consiguió determinar que la citada hormona solo se detectaba en restos aparecidos en cavernas, nunca en restos encontrados fuera de ellas. Este hecho le hizo pensar en que su efecto en el ser humano podría consistir en una especie de empatía con el resto de congéneres para sobrellevar las largas jornadas de convivencia confinados en un espacio reducido, algo parecido a lo que sucede en los hogares centroeuropeos en invierno, por lo que decidió rebautizarla jocosamente –confiesa ella- con el nombre de ‘hormona de la navidad’.

El siguiente paso sería contrastar sus estudios con los realizados seis años antes. Cuál sería su sorpresa al comprobar que las extracciones de sangre a alumnos con contenido de la hormona PRL/5-HT se habían realizado en fechas cercanas a la navidad y las que no, en otras fechas del año. Aquella circunstancia corroboraba su teoría y daba por fin una explicación científica al tan manido ‘espíritu de la navidad’.

El último paso consistió en experimentar con la hormona obtenida y que aún se conservaba en el laboratorio. El pasado verano la doctora M. Carmen Cándida Santaella formó tres grupos de estudiantes voluntarios en el campamento de verano de la universidad de Truthahnfett. Inyectó un placebo a dos de los grupos y la hormona PRL/5-HT, hormona de la navidad, al tercero. Hoy confiesa su tremenda sorpresa al comprobar los resultados: el grupo inyectado con la hormona de la navidad olvidó su característico y recatado carácter centroeuropeo, se reunió por las noches alrededor de su hoguera cantando preferentemente villancicos y otras canciones exaltando la amistad, realizó una colecta pro ayuda al tercer mundo y consiguió convencer a la dirección para que les permitiera acceder a la cocina para elaborar dulces.

El artículo de la revista Prank Science no ha tardado en tener consecuencias entre los distintos movimientos cristianos, sobre todo católicos, hasta el punto de la publicación de una airada nota de protesta del Vaticano firmada por el cardenal Inganno dudando de los métodos y resultados del estudio de la doctora Schwindel y desacreditando su profesionalidad basándose, principalmente, en su condición de mujer. «No hagamos caso de las palabras de alguien que vive de la imposición de una doctrina caduca», declaró la doctora Cándida  informalmente a las puertas de su universidad mientras intentaba aligerar el paso entre los periodistas camino de sus vacaciones navideñas en San Fernando.

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