Punta del Boquerón

27 diciembre, 2016

por Claudia García Coma / fotografía: Ignacio Escuín

Posiblemente es y será uno de los paisajes más fabulosos de esta ciudad.

Allí la belleza se concentra en una mezcla de arena, mar, viento y tranquilidad.

Ofrece un espectáculo excepcional y único de la naturaleza; bellas puestas de sol, cangrejos y moluscos que forman el tradicional arte pesquero de La Isla y, cómo no, el vuelo incondicional de las aves migratorias, que encuentran en ella el lugar ideal para su retiro y descanso.

Quizás los humanos no seamos tan diferentes a los animales y compartamos esta necesidad de aislamiento y soledad en las dunas de nuestra playa. Setenta y cuatro hectáreas de dunas vírgenes que emergen del Atlántico, te dan un abrazo y pasas a formar parte de esa mística belleza.

Y allí queda ella. La torre de vigilancia que recuerda nuestro nexo de unión militar. Punto estratégico para la defensa. Es parte junto a otros elementos de este cuadro improvisado que forma el ecosistema. Los recuerdos y vivencias que guardará dentro de ella… serían un libro abierto si pudiera relatar lo que durante años ha visto pasar.

Es un privilegio que tenemos los isleños el contar con ella. No puedo olvidar que fue mi primer punto de inspiración hace muchos años… Mar sin prisa, una canción grabada muy lejos de aquí pero con todo el sabor de mi tierra.

<<Aquella noche

mientras nuestros cuerpos yacían

sobre la suave arena

de un mar sin prisa

la luna miraba, y nos sonreía.

Y su alegría irradiaba

en suave luz sombría

y con la luz de tu mirada

se confundía.

Solos. Bajo el cielo inmenso

de tu cuerpo al descubierto

junto a la brisa tenue

del aire fresco

me acariciaste leve

y me perdí en deseos.

Que bello tu amor sincero

mientras me besabas

en silencio perdí la calma

y la sed me ahogaba sin recelo.

Qué tiernos tus ojos negros

que me pedían beber de tu aliento

y junto con tus labios sedientos

rocé tu alma y entré en tu cuerpo.

Qué pleno nuestro amor viviendo…

como las olas del mar

nuestros cuerpos se dejaron llevar

como la suave arena

nuestro amor se fundió con ella

como el ir y el venir

de un agua inquieta

nuestros deseos

se perdieron entre sus riendas

nada nos importa

más que la sed que nos devora

como las olas en un mar sin prisa

nuestros cuerpos de nuevo de movían

exhaustos rebosando amor

nos abrazamos

el tiempo se detuvo por un instante en nuestras manos

los cuerpos ya habían hablado

sobraban las palabras

era suficiente el lenguaje

de las miradas

y nos amamos de nuevo sin tiempo

grabando en nuestras mentes

cada imagen del deseo

nuestras manos se aferraron por siempre

aquella noche de fuego

y nuestros cuerpos se fundieron

en un solo corazón latiendo.

Como las olas del mar

nuestros cuerpos se dejaron llevar

como la suave arena

nuestro amor se fundió con ella

como el ir y el venir

de un agua inquieta

nuestros deseos

se perdieron entre sus riendas

nada nos importa

más que la sed que nos devora

como las olas de un mar sin prisa

nuestros cuerpos de nuevo se movían>>

Y las olas vienen y van… como los isleños a otras ciudades emigrando, como las aves en busca de un bienestar económico con el que desgraciadamente no contamos en nuestra ciudad, pero volviendo cada año en busca de retiro y descanso a las arenas de nuestra playa.

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