Una HISTORIA de 300 años

10 octubre, 2017

por Mª Elena Martínez Rodríguez de Lema

Dra. en Filología Clásica, profesora e investigadora

El pasado día 6 octubre tuvo lugar la presentación de mi nueva obra: El Zaporito. 300 años de historia. El acto fue presidido por la Sra. alcadesa de San Fernando y contó con la presencia de D. Juan García Cubillana, Dtor. en medicina, miembro de la Real Academia de San Romualdo, la historiadora del arte y arqueóloga Ana Sáez Gómez y un numeroso público al que estoy profundamente agradecida porque supo transmitirme su interés y su cariño.

Ha sido una gran satisfacción haber conseguido los objetivos que me propuse: De una parte celebrar con esta nueva publicación el 25 aniversario de la primera publicación: El Zaporito, su nombre, su origen y su historia, el libro de mi padre que yo escribí, y de otra los 300 años desde que José Micón comprara la hacienda de Juan Domingo Saporito en la Isla de León el 25 de junio de 1717 y construyera el molino. Deseo también reiterar mi agradecimiento a todas las personas que de una u otra manera me han ayudado a conseguirlo.

Llegado este punto, creo que debo referirme al detonante, sobre ‘el botón de ON’, que me puso en marcha para escribir este nuevo libro.

Pues bien, este trabajo lo he realizado durante el poco tiempo libre del que disponía, mientras ejercía mi labor de profesora de instituto de Bachillerato enseñando latín y griego. Confieso que esta labor, que me encanta, y a la que he entregado 38 años de mi vida, no es nada fácil, ya que hay que tener una gran vocación para ello. Hoy día enseñar lenguas clásicas significa trabajar muy duro y dedicar muchas horas para introducir a los alumnos en la cultura greco-latina de la que tanto tenemos que aprender y a la que tanto debemos.

Pero un día, no sé si por designio de los dioses del Olimpo, una increíble casualidad hizo que me planteara escribir un nuevo libro con todo ese nuevo material recogido durante esos 25 años transcurridos desde aquella primera publicación. Un libro que profundizará ampliamente sobre la historia del Zaporito.

Era julio de 2009, y me encontraba en Italia, pues tengo que decir que en los últimos 14 años he viajado con mucha frecuencia a este país, ya que mi hija y su familia viven allí. Fue en una pequeña pero preciosa ciudad llamada Vigevano, cerca de Génova, la tierra natal de Juan Domingo Saporito, y vecina de la ciudad de Milán, donde se produjo el impulso, el botón de ON que puso en marcha todo.

Colegio Convitto Saporiti en Vigevano, Italia.

Colegio Convitto Saporiti en Vigevano, Italia.

Esta vez el motivo de mi estancia allí era el feliz acontecimiento del nacimiento de mi primer nieto, Lorenzo, que ha cumplido ocho años, y que además tiene otros dos hermanitos, David y Marco. Ellos, a pesar de su corta edad ya han oído hablar también de la historia del Zaporito.

En aquellos días de julio de 2009, cuando mi hija se encontraba en la clínica con su bebé recién nacido, a veces, para acortar las horas de espera, mientras los médicos pasaban la planta, y ya que no se nos permitía a los familiares permanecer en la habitación, yo daba largos paseos por Vigevano, descubriendo a esta ciudad maravillosa, llena de arte y de historia, que recomiendo visitar. Paseaba por su preciosa Piazza Ducale con il Duomo magnífico, la via della Republica, via Cairoli… y de pronto, al levantar la vista para ver dónde me encontraba, apareció ante mí el rótulo de la siguiente calle que iba a empezar a recorrer. Me paré en seco, mejor dicho, me quedé petrificada, con la mirada clavada en el rótulo. Lo leí varias veces seguidas. No sé cuántas. Quería cerciorarme de que decía lo que decía. No daba crédito. Pero sí, efectivamente, el rótulo decía: ‘Vía Saporiti’. Estupefacta, tuve que tomarme un minuto para poner mis pensamientos en orden. «Vamos a ver… yo llevaba investigando durante décadas a Saporito, que vino de Italia a La Isla hace más de 300 años y se compró una hacienda en la que luego mi familia tuvo un astillero… y ahora resulta que 300 años después soy yo misma la que se encuentra en la ciudad italiana que le ha dedicado una calle a este noble genovés, y donde acaba de nacer mi nieto…» Cerraba los ojos, sacudía la cabeza, y toda mi mente era una interrogación.

Rótulo de la 'Via Saporiti' en la ciudad italiana de Vigevano.

Rótulo de la ‘Via Saporiti’ en la ciudad italiana de Vigevano.

Nadie puede imaginarse lo que pasó por dentro de mí en ese momento. Miraba el rótulo a la vez que un montón de preguntas pasaban por mi mente. Continuaba mirándolo como esperando que me respondiera. Pero, claro, un rótulo no es más que eso, un rótulo, y solo decía: ‘Via Saporiti’. Por fin reaccioné, pero solo para responderme que era yo misma la que tenía que buscar esas respuestas. ¿Quiénes eran esos Saporiti y qué maravillosas obras habían realizado para que toda una ciudad como Vigevano, que fuera antaño nada menos que rival de Milán, les dedicara una calle?. Pero, lo que era más importante: ¿Tendría algo que ver con la familia italiana de Juan Domingo Saporito? Más tarde sabría que sí.

En aquel momento faltaban dos años para que se cumplieran los 300 desde que Juan Domingo Saporito construyera el caño de su nombre. Acabamos de celebrar los tres siglos desde que Micón comprara a Saporito la hacienda para construir el molino.

Tenía que escribir un nuevo libro. Tenía que escribir: EL ZAPORITO. 300 AÑOS DE HISTORIA. 

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