San Fernando: Una cuenta pendiente con la gestión ambiental y el ‘ecoturismo’

28 agosto, 2015

por Enrique Galea Outón

“Erase una vez… una ciudad rodeada por la naturaleza, cuidada por sus habitantes, que de ella vivían…” Esto, hoy, parece un cuento, pero con algo de esfuerzo, sería una realidad. Hablamos, cómo no, de San Fernando: una ciudad en pleno corazón del Parque Natural Bahía de Cádiz con un grandísimo potencial por explotar. Sin embargo, a 25 años de declararse el Parque, aún tiene una cuenta pendiente con la gestión ambiental.

Como escribí en un artículo anterior (¿25 años de parque natural o vertedero local?) vuelvo a reivindicar, ocho meses después, la necesidad de llevar a cabo políticas serias y constantes en el tiempo para convertir a San Fernando en una ‘ecociudad’, ya que ésta es la primera piedra para desarrollar lo que todos queremos: una ‘smart city’ -ciudad inteligente- o lo que es lo mismo, una ciudad eficiente, sostenible y capaz de responder a todas las necesidades. Y la base fundamental es la responsabilidad para con nuestro entorno, pues debemos aprovechar sus puntos fuertes aun por desarrollar, tomando conciencia de la necesidad de cuidar nuestro Parque Natural con todo tipo de mimos. Ésta es una parte esencial en el futuro desarrollo de La Isla.

Pero la realidad es que los neumáticos y la basura siguen donde estaban, semi-hundidos en el fango, en la misma entrada del sendero que lleva al Puente Lavaera, y dejando en evidencia la escasa atención que recibe el Parque, tanto por nuestros anteriores gobiernos municipales, como por la Consejería de Medio Ambiente. El problema de la basura es mayor del que podría parecer por las fotografías, ya que se atenúa conforme uno va profundizando en las marismas, la playa o los descampados de la periferia como la zona del Cementerio de los Ingleses o la batería inglesa Nº 7 -que recientemente salió ardiendo-.

Todos somos consciente de que dichos residuos no son obra del Ayuntamiento, sino de vecinos de ética cuestionable. Sin embargo, el primero tiene la obligación de corregir estos comportamientos, porque en el fondo es cuestión de educación. Es necesario retirar los residuos organizando periódicamente patrullas de limpieza por las distintas zonas, a objeto de mantener limpias TODAS nuestras marismas, sí, pero con esto no basta para solucionar el problema. Hay que concienciar a la ciudadanía. Debe hacerse, preferentemente, por las buenas: pegando, por ejemplo, carteles en las papeleras para advertir del coste de la sanción, informar sobre el precio del mobiliario urbano o compartir ideas para el cuidado del medio ambiente. Incluso podrían promoverse actividades ecológicas en los centros educativos o en la calle. Pero también debe hacerse por las malas, llegado el caso, con SANCIONES por conducta incívica. Acciones como arrojar una colilla al suelo o no recoger las heces de las mascotas deben ser castigadas de manera seria.

Hay mucho por mejorar en nuestro Parque Natural. Ejemplo de ello es la playa de Camposoto o, más concretamente, la Punta del Boquerón, convertida en una especie de ‘playa aparte’ exenta de servicios. La gran afluencia de turistas dejan la zona que da a Chiclana cubierta de residuos y las papeleras -hasta arriba desde el día anterior- pueden contarse con los dedos de una mano. A pesar de eso, ironías de la vida, la playa tiene una bandera ecológica.

Volviendo a las marismas, hay tramos que requieren un mayor control por estar junto al caño de Sancti Petri y el Parque Natural. Es el caso del mercadillo de los jueves, en La Magdalena, que deja toda la zona llena de plásticos; plásticos que el viento empuja hacia las marismas además de a otras calles de la ciudad. Es brutal, también, el impacto ambiental de la semana de feria con su ‘botellódromo’. A pesar de la labor titánica de los servicios de limpieza y de voluntariados como el del G. S. Eryteeia o ASSUR, es inevitable que cantidad bolsas, escombros y residuos tóxicos como pinturas, baterías, latas o botellas, se hundan año tras año en las marismas isleñas, amenazando la vida de especies de del entorno, algunas de las cuales incluso acaban en nuestros platos. Es imposible que una sociedad avance si ni siquiera es capaz de cuidarse a sí misma.

Una posible solución, planteada en uno de los muchos portales online que permiten a los ciudadanos expresarse -concretamente ‘YO SOY CAÑAILLA’– consiste en trasladar a Fadricas II las actividades que se llevan a cabo en La Magdalena, aprovechando las calles y aplanando el lugar. Esta idea es sencillamente genial, ya que solventa el impacto negativo sobre el Parque Natural y, como extra, un 30% más de superficie para las casetas, menos molestias para los vecinos al estar lejos del casco urbano y con las estaciones ferroviarias relativamente cerca. Además sería un motor económico para desarrollar esa zona de la ciudad, pudiendo extrapolarse a Punta Cantera -lugar ideal para un paseo marítimo, zonas verdes y locales de ocio- además de al propio polígono.

Pese a tantas cuentas pendientes, miro esperanzado al gobierno de Patricia Cavada con su promesa de participación ciudadana y todo el compromiso y entusiasmo que he percibido estas semanas en la ciudad. Ojalá sea recordada, además de por ser la primera, por ser una alcaldesa excepcional, pero para ello hay que trabajar muy duro y hacer políticas razonadas. Siempre mirando a la ciudad.

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