por Alejandro Díaz Pinto

La isleña Paula R. Feito clausura con éxito su exposición ‘Lost in the paradise’ en la sala ‘Inusual Project’ de Barcelona, ciudad donde reside desde 2010. Hoy vive de esta profesión pese a las adversidades experimentadas a lo largo de su trayectoria.

Perdida en el paraíso. Así es como se encuentra Paula R. Feito al llegar a un punto de inflexión en su carrera como fotógrafa profesional en el que se ha propuesto consolidar su identidad. Y así se llama, de hecho, su primera exposición individual en la sala ‘Inusual Project’, de Barcelona, que nació para unificar las series F.E.A.R.S., MONOCHROME y LibreMente, «los tres vértices de mi trayectoria».

Es la primera, F.E.A.R.S., aquella «con la que me siento más identificada», explica. El título hace referencia a los ‘miedos’ enfrentados a lo largo de su vida, el rechazo a la ayuda de seres queridos por temor a sentirse juzgada. Todo ello bajo composiciones de gran carga simbólica, casi surrealistas y «con las que he aprendido a comunicar sin tener que emplear las palabras». MONOCHROME, en cambio, es un experimento para trabajar con el color, mientras LibreMente consiste en un juego de palabras con los conceptos de ‘mente’ y ‘libertad’. «Es mi faceta más minimalista a la vez que la máxima expresión de mis conflictos internos».

Su recorrido comenzó aquí, en La Isla, cuando estudiaba Cultivos Marinos en el IES Sancti Petri. Parecía el camino más práctico, pero el gusanillo del Arte continuaba en su interior. «Mi padre siempre dibujó y mi madre se tomaba muy en serio nuestra colección de fotografías y vídeos familiares». Ni sus experiencias en Cupimar -Cultivos Piscícolas y Marinos- y en Seaquarium (Nimes, Francia) lograron frenar esa necesidad de crear que más tarde puso en marcha en Alicante, cuando una compañera la motivó para volar del nido al poco de cumplir 22 años. Los comienzos no fueron fáciles. Se vio obligada a compatibilizar sus estudios como Técnico Superior de Imagen en el IES Luis García Berlanga con trabajos para ganarse la vida. «Fue una experiencia que no cambiaría por nada; adquirí las bases de la que era mi verdadera vocación». Sus conocimientos previos -al contrario que muchos de sus compañeros- se reducían a un dominio muy básico del Photoshop. Aprendió a trabajar con los recursos disponibles, a desenvolverse con otros profesionales y, sobre todo, «la necesidad de saber venderse, con independencia de la calidad de lo que hagas», recuerda en referencia a esta primera etapa.

Mientras, trabajaba en la hostelería. Gracias a eso entró en contacto con la sociedad Hervás & Archer Photographers, que contó con su labor asistencial antes, durante y después de las prácticas de formación que realizaría con ellos al finalizar el Ciclo. Se trataba ante todo de fotografía de moda, lo que asentó sus bases para ampliar el abanico en esta dirección y llevar a cabo proyectos independientes como reportajes de boda y books personales por encargo. «Fue una experiencia gratificante, pero sentía la necesidad de innovar. Adquirí mucho protocolo pero no terminaba de encajar con este estilo de vida: debía aprender a valorarme».

Fue entonces cuando comenzó a participar en intercambios a través de la red social ‘fotoPlatino.com -Fotógrafos de Moda’, o lo que es lo mismo, ‘Time for CD (TFCD)’: proyectos de colaboración entre fotógrafos, maquilladores, modelos y otros agentes del sector para adquirir experiencia a coste cero. Así lo hizo, por ejemplo, con la maquilladora Marisa Ceba en proyectos que tomaban como base las cuatro estaciones o el cine, de los que aprendió a improvisar. También tuvo la oportunidad de dirigir el suyo propio, InterGalactic, que daba rienda suelta a la fantasía en pleno ‘boom Gaga’ con la colaboración del maquillador Eduardo López y la modelo Mari Ruiz. Paula no solo se hizo cargo de las fotografías sino también del vestuario, a base de «papel de aluminio, mangueras de ducha y alambre».

Tras seis años en Alicante llegó un cambio de aires. Mandó 50 cartas a otros tantos estudios de fotografía en Barcelona y solo le contestaron tres. Lo suficiente para dejarlo todo y mudarse en 2010 a esta ciudad donde vivió algún que otro desengaño pero en la que aún reside. Tras una breve experiencia en Entijuana Fotografía, retocando obras de terceros, comenzó a llamar otras puertas para asentarse como dependienta en Desigual. Un cambio en su hoja de ruta que sin embargo le brindó muchas satisfacciones en un momento de crisis con la Fotografía. Optó por hacer carrera de empresa asumiendo cargos de responsabilidad. Confiaron en ella para el departamento de ‘Visual Merchandising’ donde «pude dar rienda suelta a mi creatividad» y además participó en una iniciativa de la firma que, con el nombre Desigual Video Contest, buscaba incentivar el trabajo en equipo mediante propuestas audiovisuales que abarcaran todo el proceso desde recepción de la mercancía hasta atención al cliente. «Bautizamos nuestra propuesta como Desigualic; un juego con las palabras ‘Desigual’ y ‘Titanic’ porque la dirección se refería a nosotros como si fuésemos un barco, todos en la misma dirección».

Una nueva oportunidad

El encargo de un antiguo amigo, un viaje a Irlanda y la adquisición de una nueva cámara hizo que Paula se ‘reconciliara’ con la Fotografía en 2014. Volvió a promocionarse en redes sociales y a tomar partido en proyectos colectivos como el que llevaban a cabo las profesionales Marina Gondra y Desirée Delgado. Teleidoscope -así se llamaba- proponía semanalmente un tema para que diferentes fotógrafos compartiesen públicamente una obra relacionada con el mismo. «Esto supuso un renacimiento en mí, incluso empecé a trabajar otros géneros como el autorretrato. Fue muy terapéutico». Desde entonces mostraría mediante imágenes lo que no se había atrevido a decir con palabras. «Trabajé mucho el mensaje, el simbolismo de la fotografía», explica. Es lo que ocurre en Sacrificio, donde expresa el riesgo que implica la decisión de no tener hijos. En ella, una mujer embarazada reflexiona al borde de un acantilado mientras muchas manos -alegoría de sus miedos- intentan alcanzarla. Runaway from myself, en cambio, hace referencia a la huida, a las oportunidades perdidas. De ahí que la modelo aparezca corriendo tras unos globos que no logra alcanzar por un camino rodeado de mar, ya que este «siempre me ha inspirado mucho respeto». Al tiempo, muchas manos le ofrecen llaves como símbolo de apoyo. «Una ayuda que a veces rechazas por miedo a sentirse juzgada».

Enlazando con la nueva etapa nace, en 2015, Conexión: proyecto donde los modelos transmiten un sentimiento a Paula, quien posteriormente se encarga de plasmarlo mediante composiciones fotográficas. También surge Will never fade para reivindicar el respeto a las distintas formas de amor; retrata parejas desnudas -algunas reales, otras interpretando el rol- y rodeadas de humo de distintos colores, símbolo de su heterogeneidad. Es en este momento cuando pone en marcha las series anteriormente citadas más otras como Acidia -un reto al pecado de la ‘pereza’, aún por terminar-, Nature -personas desnudas y cerca del agua como fuente de vida- o Shapes -donde juega con el cuerpo humano para crear nuevas formas-.

A día es hoy es la Fotografía su modo de vida. Estos proyectos personales se alternan, claro está, con encargos de carácter más social. Es consciente de su autoexigencia pero «si quiero, puedo», eso sí, dedicándose al 100% a este trabajo que, definido en un titular «se nutre de la melancolía, tiene brotes surrealistas y no suaviza imágenes desagradables porque en ellas también hay belleza». Una especie de romanticismo tétrico donde todas las fases van encadenadas, desde la documentación sobre la palabra o el sentimiento hasta el tratamiento digital, pasando, claro está, por bocetos previos sobre el papel.