Parque Natural Bahía de Cádiz: ¿Freno u oportunidad?

12 marzo, 2017

por Nazaret Medina Domínguez

¿Es posible aprovechar los parques naturales como una oportunidad para el desarrollo económico y social de una población? ¿Suponen un freno a su crecimiento? Es la gran pregunta que muchos ciudadanos se hacen desde años en torno a un paraje como el Parque Natural Bahía de Cádiz.

Su director conservador, Antonio Gómez Ferrer, ha querido mostrar su postura ante tal asunto. Él no solo dirige este Parque Natural sino también el de la Breña y las Marismas de Barbate. Es licenciado en Ciencias del Mar con especialización en recursos marinos vivos y medio ambiente.

“Los Parques Naturales deben ser un dinamizador de la economía de la ciudad y una oportunidad para generar riqueza en el territorio en el que se ubica”, explica. Concretamente, nuestra Bahía de Cádiz cuenta con el privilegio de tener un amplio espacio protegido que alberga muchas actividades económicas que son compatibles con la conservación del medio ambiente. Tradicionalmente han sido el marisqueo, la pesca o la extracción de sal pero ya, desde principios del siglo XXI, se ha consolidado otra actividad económica como es la acuicultura. Si pensamos en el futuro, encontramos otros nichos de mercado vinculados a la salud, el bienestar o el turismo de naturaleza.

Según Antonio Gómez, “el Parque cuenta con valores añadidos que resultan muy atractivos para la llegada de visitantes desde diferentes puntos de vista: el natural, el etnológico o el de patrimonio cultural entre otros. Son valores no inimitables o trasladables a otros territorios”

Uno de los sectores más importantes como motor económico de la ciudad es el turismo. Y ligado a éste, una actividad que está emergiendo recientemente es el avistamiento de aves. De hecho, en los últimos años, nuestra zona ha sido uno de los destinos predilectos para este fin. Antonio argumenta que “nuestra Bahía es el humedal marino más importante de España y, desde el punto de vista ornitológico, tiene el reconocimiento más alto a nivel mundial”. Por tanto, cuenta con respaldo de interés tanto regional como nacional e internacional.

La ubicación de este espacio natural también juega a su favor. Situado entre el Estrecho de Gibraltar y el Parque de Doñana, lo dispone en plena ruta migratoria y, por tanto, su nivel de aves es bastante alto. Una de las épocas más acertadas para el avistamiento de estas especies es el otoño-invierno, cuando las aves del Norte de Europa llegan para alejarse de las crudas temperaturas de su hábitat. Según los censos recientes, este año se han contabilizado más de 80.000 invernantes y 68 especies diferentes. Lo cual se traduce en el mejor dato hasta el momento desde 2004.

Otra de las singularidades de nuestro entorno natural es la presencia de flamencos. Una de las aves más elegantes y atractivas para los turistas. De hecho, en este último censo se han contabilizado más de 7.000 flamencos en el ámbito de la Bahía de Cádiz. “Sin duda, un dato muy positivo al tratarse de una especie amenazada que viene desde Italia o Francia para reproducirse en un lugar concreto: la Laguna  de Fuente de Piedra en Antequera (Málaga)” aclara el director. Debido a la cercanía de nuestro espacio natural a esta localización, se prevé que la población de flamencos se asiente y llegue a reproducirse también en este entorno.

Retomando las actividades que desde antaño se han vinculado al Parque Natural, debemos destacar la creciente explotación salinera como otro recurso económico. “A la producción primaria o la extracción minera tradicional, se le empiezan a sumar otros atractivos como su valor gastronómico o cultural” destaca Antonio Gómez. Nuevos usos que se están conjugando dentro de la misma salina y ofrecen un modelo de negocio exclusivo totalmente compatible con su conservación que además fomenta la biodiversidad. Lo cual lleva a despejar otra duda: la implicación humana en la naturaleza es más favorable de lo que pensamos. Su director argumenta que “el Parque Natural se ubica en un 90% en zonas de marismas transformadas en salinas desde hace miles de años, lo cual conlleva una sinergia con la naturaleza que genera la biodiversidad de distintos ambientes, o incluso grados de salinidad, en los cuales encontramos organismos diferentes que van a producir una mayor riqueza”.

Desde el punto de vista comercial, las marismas son el criadero de la mayoría de especies de mariscos y peces, lo cual se traduce en oportunidad de empleo. Según el director de este entorno natural, “estamos ante una ‘guardería’ en la que todas esas especies pasan su fase larvaria, protegidos del mar abierto, para finalmente desembocar en él y conservar, aunque de manera indirecta, el oficio de los pescadores”.

Otro de los motivos en los que puede detectarse posibilidad de desarrollo es la lucha contra el cambio climático a través de la defensa natural que ejercen las marismas de las ciudades de la Bahía de Cádiz. Gracias a la existencia de biomasas en forma de algas o especies vegetales, se está capturando carbono, lo cual ha derivado en un proyecto europeo en el que ya se está valorando ese carbono capturado con la intención de que se convierta, a medio plazo, en otra inyección económica para la ciudad.

Por último, Gómez Ferrer ofrece algunos datos del último censo que considera “espectaculares, teniendo en cuenta que la mayoría de humedales litorales de Europa están en proceso de regresión”.

El número de invernantes ha sido 81.620 (la cifra más alta desde el año 2004) con alrededor de 68 especies distintas. Entre las amenazadas, destaca la presencia de 28 cigüeñas negras y 36 águilas pescadoras.

Sin embargo, ha bajado la cifra en los zarapitos reales o los chorlitejos grises. Además, se han detectado especies raras como el correlimo de Temminck, la gaviota del Caspio y la serreta mediana. Otras aves escasas que han incrementado su número en la última temporada han sido el chorlitejo chico, el andarríos grande, el andarríos bastardo y el aguilucho lagunero.

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