Francisco Cornejo, un isleño en la cumbre de la ciencia europea

14 marzo, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Es el único español entre los 30 seleccionados para representar el programa de becas Marie Curie en el 150 aniversario del nacimiento de esta científica. Su proyecto competía por este reconocimiento con los de otros 1.200 investigadores beneficiarios de la última convocatoria.

Las Marie Sklodowska-Curie son las becas más prestigiosas y competitivas de Europa. Circunscritas al programa Horizonte2020, tienen por objeto la financiación de proyectos de investigación e innovación de diversas áreas temáticas en el contexto europeo. Los beneficiarios de estas becas o ‘acciones’ son, pues, personas que destacan por su excelencia a nivel internacional.

Conseguirlas no es sencillo, desde luego. De los casi 9.000 aspirantes a la última convocatoria -la mayoría doctores con un mínimo de cuatro años de experiencia investigadora- solo 1.200 proyectos fueron seleccionados. Entre ellos se encuentra la propuesta del isleño Francisco Cornejo Castillo, eso sí, con el mérito añadido de no haber completado aún su tesis doctoral, ya en la recta final, sobre un grupo de microorganismos marinos que tienen la capacidad de ‘transformar’ el nitrógeno en nutrientes aprovechables por otros seres vivos. Parte de este grupo son las conocidas como bacterias ‘simbiontes’ encargadas de facilitar nitrógeno a las algas microscópicas a las que se adhieren ‘a cambio’ de otros nutrientes necesarios para su desarrollo. Un tema con el que Cornejo firmó una publicación en la prestigiosa revista Nature Communications hace justo un año.

El proyecto seleccionado sigue de alguna forma esta línea aunque «constituye un paso más» según declaraciones del científico a Patrimonio La Isla. «Sería la antesala para empezar a consolidar una línea de investigación”. Su título es Exploring the mechanisms underlying the evolution of plastids through the study of an unusual nitrogen-fixing symbiosis, lo que traducido al castellano vendría a significar algo así como Explorando los mecanismos que subyacen a la evolución de los orgánulos mediante el estudio de una simbiosis inusual basada en la fijación de nitrógeno.

Cornejo plantea la singularidad de las bacterias simbiontes como base para estudiar un proceso evolutivo similar al que dio origen a los ‘cloroplastos’ de las plantas, es decir, antiguas bacterias que han acabado perdiendo su identidad de especie para integrarse, como orgánulos, en determinadas algas marinas tras ser embebidas y quedar atrapadas dentro de ellas. «Estos orgánulos, ya asimilados, tienen la función de conseguir energía para dichas algas. Un papel similar al que desempeñan nuestras mitocondrias que también provienen de las bacterias».

Dicha evolución es fruto de un proceso de millones de años que, lógicamente, no puede ser apreciado en tiempo real. Sin embargo, Cornejo estudiará un simbionte que se encuentra en el interior de un alga marina microscópica y que ya ha comenzado a perder su identidad como especie, a convertirse en el orgánulo encargado de obtener nitrógeno en forma de gas y, posteriormente, transformarlo en nutrientes beneficiosos para las algas que le ofrecen cobijo.

«El proceso no concluirá antes de varias eras, pero al comparar este simbionte con sus homónimos vemos que está perdiendo muchos genes, llegando al esqueleto de su genoma para desempeñar la función que interesa a su hospedador». Éste, un alga que ha ‘asimilado’ una bacteria marina capaz de transformar en nutrientes el nitrógeno atmosférico posee clara ventaja, según el investigador, en un ambiente donde este elemento químico es limitante para su supervivencia.

Referente isleño en el mundo, referente mundial para los isleños.

Referente isleño en el mundo, referente mundial para los isleños.

Entre los 30 mejores

Francisco Cornejo no solo es parte de los 1.200 beneficiarios de estas becas en su última convocatoria, sino que está además entre los 30 seleccionados para representar las Marie Curie con motivo del 150 aniversario del nacimiento de esta científica polaca, así como por los 20 años que lleva funcionando el programa. Es, además, el único español que ha recibido tal distinción.

Dicha selección, de la que ya se hacen eco medios de comunicación nacionales e internacionales, está conformada por los mejor calificados en cada una de las modalidades -matemáticas, física, biología…- y representantes de todos los Estados miembros. Teniendo en cuenta que para acceder a una Marie Curie deben los aspirantes superar la barrera de los 92 puntos sobre 100, y que Cornejo alcanzaba el 98’4, nadie cuestionará lo acertado de la decisión o a quien considere que uno de los científicos españoles del momento tiene su origen en San Fernando.

«Hablamos de conocimiento base, los cimientos de cualquier ciencia aplicada», explica cuando se le pregunta por la repercusión directa de su trabajo en la sociedad. De ahí que la organización encargada de valorar las propuestas haya tenido en cuenta, quizás, las posibles aplicaciones que puedan tener en el futuro las propuestas premiadas.

Cornejo confiesa que todo esto es el fruto de muchos años de esfuerzo, pero también de mucha gente. «Los primeros, mis padres, Isabel y Paco; y mis hermanos». También tiene palabras para su jefa, Silvia Acinas, que «tantas puertas me deja entreabiertas»; y para sus amigos y compañeros más cercanos: Ana María Cabello, compañera de fatigas; Álvaro López, amigo de la adolescencia que tan buenos consejos le dio de cara a la obtención de la beca, y, por último, Clara Ruiz, encargada de dar un «lavaíto de cara» al trabajo. «A todos ellos les pertenece un pedacito del proyecto».

Próxima parada

En septiembre acudirá a Bruselas para una entrega de premios, coincidiendo probablemente con la Noche Europea de los Investigadores. La pregunta es, sin embargo, ¿qué implican estos logros en su inmediato futuro académico?

Francisco viajará en enero a Estados Unidos. Allí trabajará durante dos años en la Universidad de California, Santa Cruz (UCSC), en un laboratorio especializado en simbiosis marinas. Recibirá, además de su sueldo, un dinero destinado a seguir con la investigación. El tercer y último año lo pasará, de acuerdo a la transferencia de conocimiento a Europa que rige como pauta el programa, en la Estación Biológica de Roscoff (Francia), un centro de investigación y enseñanza de Biología Marina y Oceanografía situado en la costa septentrional de Bretaña.

Un escalón más de aquella carrera iniciada en 2002 en Sevilla con la Licenciatura de Biología, que continuó con un segundo ciclo de especialización en Biología Molecular y Biotecnología en Santiago de Compostela y finalmente le llevó a desarrollar su Doctorado en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, entidad adscrita al Consejo Superior de Instituciones Científicas (CSIC).

«Aunque a veces sea complicado, intento tener una jornada de ocho horas de trabajo», explica, porque «hay vida después de la ciencia». Claro que su amor por la genética impregna la suya propia y reconoce que a veces se obceca. «Hasta que no lo saco, no me levanto». Eso sí, todavía encuentra tiempo para su guitarra flamenca, arte del que se declara apasionado.

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