«Dos de los asesinatos más antiguos de la Península están documentados en La Isla»

15 marzo, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

El Dr. en Prehistoria Eduardo Vijande Vila ha sintetizado un año de excavación y diez de investigaciones científicas en una hora llena de rigor, curiosidades e indignación por el tratamiento que ha recibido el yacimiento neolítico ‘Campo de Hockey’ en su propia ciudad.

«Es la primera vez que una institución de San Fernando me invita a hablar de este asentamiento seismilenario», confesaba Vijande tras la presentación de su compañero, el profesor José Ramos. Esto no es normal teniendo en cuenta, por ejemplo, que su antigüedad duplica la del mediático Templo de Melqart, que de enterramientos dobles como el de ‘los enamorados’ -aunque en realidad no se conoce su tipo de vínculo afectivo- existen muy pocos ejemplos, o que en él se han documentado los casos de asesinato más antiguos de la Península Ibérica, solo por detrás de los de Atapuerca.

Eduardo ha logrado hacer accesible un tema de por sí complejo, partiendo de la premisa de que «lo importante no es tanto el yacimiento en sí o los restos materiales, sino el conocimiento que podemos extraer de ellos».

Comenzó contextualizando el hallazgo en su espacio-tiempo, el Neolítico, pero «un Neolítico avanzado, con aldeas estables y asentadas sobre el terreno». La Isla entonces -lo ha repetido en diversas ocasiones- era un territorio completamente rodeado de agua, mucho más alejado del continente que en la actualidad. Gozaba, además, de un suelo apto para el desarrollo de los cultivos y de la ganadería, con cantos de materiales como cuarcita o sílex aportados por los ríos y proliferación de recursos marinos.

El interés arqueológico de la zona no data de 2006. Diversos hallazgos a lo largo del último siglo hacían presagiar lo que depararon las obras para la construcción del nuevo campo de hockey-hierba. Piletas romanas, termas, silos de época almohade y otros restos, algunos de ellos sin datar, fueron hallados por Pelayo Quintero a fines del siglo XIX y por el propio José Ramos, ya en el XX. En cuanto al asentamiento objeto de la charla, «no sabíamos de su entidad, pero sí de su existencia, y aún así se empezaron las obras sin prospecciones previas», recordó Vijande. El resultado de estos primeros momentos fue la destrucción, irreversible, de parte de las estructuras. «La rápida intervención del subdirector del Museo Histórico de San Fernando, Antonio Sáez, impidió que el despropósito fuese a más».

Con la obra en ‘stand by’ comenzaría por fin la excavación de una parte del asentamiento -la correspondiente al solar del campo- que deparó en el hallazgo de tres zonas principales. En una de ellas aparecieron dos fondos de cabaña con instrumentos domésticos aunque «solo llegamos a excavar uno de ellos». Lo más destacado de la segunda fueron cinco pozos de los que se excavaron cuatro, eso sí, «no pudimos llegar a la base por falta de ayudas, algo imprescindible para determinar su funcionalidad», aclaró. La tercera y más singular fue una necrópolis que a diferencia de sus homónimas del sur peninsular, colectivas, presentaba enterramientos individuales, dobles -y hasta uno cuádruple- con individuos en perfecta conexión anatómica y no con sus huesos mezclados como suele ocurrir en estos casos. «Excavamos 40 tumbas, las máquinas se cargaron otras cuarenta y estamos seguros de que allí continúan alrededor de 30 más, bajo tierra», dijo con contundencia.

Otras ‘virtudes’ de esta necrópolis son los «distintos tipos de enterramiento que en función de su monumentalidad nos hablan de desigualdades sociales». Vijande repasó desde las más sencillas, fosas simples que constituyen la gran mayoría, hasta las más complejas, un 5% del total y entre las que se repartían los mejores ajuares. «La más antigua, una cista con varias lascas en posición vertical, tiene 6.200 años de antigüedad», indicó. Las más importantes, por su parte, son túmulos con piedras de pequeño tamaño y la cista en su interior. «La principal también cobijaba dos cuerpos; aunque no están abrazados, es el elemento más interesante desde la perspectiva científica».

Uno de ellos se encontró en posición fetal, como la mayoría de los enterrados, el otro apareció revuelto. Lo más curioso es que ambos fueron asesinados, como evidencian sus traumatismos postmortem. «Se trata de las muertes violentas más antiguas documentadas después de las de Atapuerca».

Algunas de las fosas simples excavadas en la necrópolis.

Algunas de las fosas simples excavadas en la necrópolis.

Un equipo transnacional

El arqueólogo isleño también tuvo palabras para los miembros, organismos y líneas de investigación que integran este proyecto. «Se trata de un equipo multidisciplinar cuyo objetivo no es rellenar vitrinas de museo, sino obtener información de los restos para hacer Historia». Es lo que se conoce como ‘arqueología social’, según la cual «el estudio de la arena puede tener más peso que un anillo de oro».

Gran parte de las universidades andaluzas, así como las de Cantabria, Alcalá de Henares, la UNED o la Autónoma de Barcelona están implicadas. También el CSIC de esta última ciudad y las universidades de Tubingën (Alemania), Carolina del Norte y Harvard, entre otros organismos internacionales.

Sus líneas son de sobra conocidas por quienes siguen de cerca el caso, entre ellas, cronologías absolutas -pruebas de carbono-14- o paleografía. También, la palinología o estudio del polen fosilizado para obtener pistas sobre el paisaje, «abierto, similar al actual Doñana». Otra pata para estas conclusiones es el estudio de los carbones vegetales quemados porque revela qué plantas existían en aquel momento. Los recursos marinos, por su parte, es una de las líneas más importantes ya que «se ha demostrado que las sociedades neolíticas no daban la espalda al mar como tradicionalmente se ha creído». Aparecieron burgaíllos, cañaíllas, pinzas de cangrejo, corales… y «los usos eran igualmente numerosos: desde consumo a elementos de ajuar, pasando por herramientas para curtir piel». En cuanto a la fauna, había tanto animales domésticos -ganadería- como silvestres. Entre los primeros se han documentado vacas, cerdos, ovejas y cabras, pero también había conejos, ciervos, caballos salvajes y lo que es, quizá, otro de las peculiaridades de ‘Campo de Hockey’: «encontramos un lince ibérico completo, con todos sus huesos, en uno de los fondos de cabaña… lo que nos hace suponer que protagonizó algún tipo de ritual».

El propio Vijande, desde la Universidad de Cádiz, se encarga de la industria lítica y cerámica. Cientos de piezas empleadas para curtir pieles o cazar, ya que pese al dominio de técnicas agrícolas y ganaderas, ésta continuaba siendo una actividad importante.

Los ajuares tampoco pasaron desapercibidos. Tras haber protagonizado artículos en revistas de primera línea internacional, captaron el interés de los asistentes por su carácter exótico. «Hay hachas, cuchillos y colgantes realizados con materiales no autóctonos, lo que teniendo en cuenta el espacio -rodeado de mar-, pone de relieve la capacidad de esta sociedad para la navegar».

Concluyendo los diversos estudios, citó el de antropología física llevado a cabo en Granada para obtener datos sobre la edad de los individuos. «Si las piedras hablan, los huesos no callan», indicó. Por eso, de los 903 dientes contabilizados y otros ejemplares se han extraído informaciones como la existencia de caries, e incluso un caso de ‘brucelosis’ o ‘fiebre de malta’ provocado por el contacto directo con las secreciones de animales domésticos.

En cuanto a su procedencia, los investigadores han llegado a la conclusión de que los más antiguos pobladores de la Bahía procedían de África. Pero no del norte, sino de la zona subsahariana. Sus rasgos son negroides, muy robustos y alejados de quienes habitaban entonces el resto de la Península Ibérica.

Críticas

Eduardo fue correcto, pero contundente. Los ciudadanos son cada día más conscientes de lo mal que se trató este yacimiento con interés científico e histórico internacional. Los 3.000 euros que con tanto sudor se consiguieron para la conservación de la pareja que se expone actualmente en el museo no son nada en comparación con los millones que costó -y sigue costando- el malogrado Parque de la Historia y el Mar. Sin embargo, «nos decían que no había dinero». Muchas cosas quedaron a medio hacer, y otras se hicieron mal, por ejemplo el agua que constantemente sufren las estructuras que continúan allí, a escasos centímetros del césped del campo de hockey, o las «inversiones en edificios inútiles y no al conocimiento verdadero, al que apenas se presta atención».

El ponente concluyó con una cita de Eduardo Galeano que dice así:

<<Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, y la misa más que Dios>>.

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