Palabras del autor en la presentación del libro ‘Historia de la Hermandad de Jesús Nazareno’

27 septiembre, 2017

por Fernando Mósig Pérez

Ldo. en Geografía e Historia y Máster en Patrimonio Histórico-Arqueológico

El 24 de Marzo de 1950, hace ya 67 años, una joven pareja contrajo matrimonio en la Iglesia Mayor Parroquial de nuestra cudad. Ella, una chica isleña por los cuatro costados, de una típica familia de la localidad cuyos miembros fueron marinos y militares durante generaciones; él, malagueño, de origen alemán, y funcionario de la entonces recién creada Empresa Nacional ‘Bazán’ de construcciones navales militares.

Tal vez ellos no lo buscaron expresamente, pero el destino quiso que ese día, 25 de marzo, la venerada imagen de Jesús Nazareno estuviera situada en el altar mayor del templo parroquial con motivo de su devoto, famoso y concurrido quinario de cuaresma. Las posteriores crónicas de sociedad aparecidas en la prensa de la época, redactadas por el inefable don Gaspar Fernández de León, veterano corresponsal del Diario de Cádiz, así lo resaltaron.

Por lo tanto, de algún modo, Jesús presidió ese enlace y, sin duda, bendijo el matrimonio de mis padres —porque ustedes inteligentemente han adivinado que se trataba de mis padres— desde sus comienzos.

Seis décadas después, la Hermandad de Jesús Nazareno me encarga a mí, historiador e hijo de aquel matrimonio bendecido por la venerada imagen, la investigación, elaboración y redacción de la historia completa de esta respetable asociación religiosa isleña con motivo de su 250 aniversario fundacional.

En el prólogo del libro, siguiendo mi costumbre, explico con detalle qué he pretendido hacer y cómo he procurado hacerlo. Por lo tanto, no voy a entrar aquí en ello para no ser fastidioso. Remito a lo que ya digo allí, así como al propio libro en su conjunto, como resultado evidente y palpable de mi trabajo.

Pero sí quería decir unas breves palabras, tal como hice cuando entregué el texto manuscrito a la Junta de Gobierno. Estas palabras son tres: gracias, historia y alegría.

Gratitud

Gracias, en primer lugar, a la Hermandad de Jesús Nazareno por haber confiado en mí desde el principio y por haberme hecho el encargo de elaborar su historia de 250 años.

Gracias a toda la Junta de Gobierno por las facilidades que me ha dado en todo momento. Y, de modo particular, gracias a aquellos con los que he tratado más, a los cuales querría mostrar mi gratitud públicamente por su amabilidad, eficacia y paciencia: el propio hermano mayor Miguel Ángel Cruceyra, Mane Cano, Jose Fernández Mora, Bonifacio Ruiz de Mier y Jonatan Suazo.

Gracias a todas las personas que han cedido o hecho fotografías para ilustrar el libro. Son muchas. Las cito a todas en el texto con mi gratitud. Pero no quiero dejar de nombrar en particular a José Quijano Sánchez y Pablo Quijano Cabeza, custodios del mejor archivo fotográfico histórico isleño, por la consideración y amabilidad que siempre tienen conmigo.

Gracias también a Antonio Jesús Campos y Carlos Cherbuy, por su admirable y profesional trabajo, casi contra reloj, de maquetación y edición del libro. En el mismo destaca la portada presidida por un valioso cuadro representando el paso de Jesús Nazareno en una salida procesional del primer cuarto del siglo XX, una obra de D. Ángel Cousillas, el mejor pintor artístico que ha tenido la ciudad —de entre los ya fallecidos—, el cual se decía discípulo nada menos que de Sorolla.

Gracias, en definitiva, a todos. Y espero que todos estén contentos con el resultado.

Historia

La segunda palabra que quería decir era ‘Historia’. En este libro, desde luego, encontrarán mucha historia: la leyenda del Mesón del Duque, los antecedentes históricos de la asociación, la hermandad gremial y cerrada de los montañeses, las varias calles que existieron dedicadas a Jesús Nazareno, las procesiones extraordinarias con motivo de epidemias y calamidades, las casas con cuyas rentas se costeaban determinados cultos; el cortejo procesional decimonónico y romántico de cinco pasos remedando la calle de la Amargura, la brillante época presidida por el doctor don Manuel Pece Casas, los vínculos de la Hermandad con el poder municipal a lo largo de toda la historia local, el esplendor en cultos y procesiones, las serias dificultades económicas padecidas en muchas épocas, el patrimonio histórico-artístico de la Hermandad, y, sobre todo, la creciente devoción popular hacia la sagrada imagen titular.

Pero, más que nada, ustedes encontrarán —y esto es lo importante— un reflejo de la historia local, y aun de la nacional, a través de la historia de esta hermandad concreta.

De este modo, el libro contiene el patrimonio principal de la Hermandad. No son los impresionantes pasos, ni la rica orfebrería, ni los hermosos bordados, por muy valiosos que sean todos ellos. Ni siquiera, fíjense lo que digo, ni siquiera son las sagradas imágenes titulares. Los bordados se deterioran, la orfebrería se desgasta, la madera se destruye… El tiempo acaba con todos los objetos.

Pero la vida de la Hermandad permanece en los documentos, y aunque estos también se pueden perder y destruir, esa vida permanece en el recuerdo, en la mente, en los corazones, en sus frutos y consecuencias posteriores. De ahí que la historia de la Hermandad, su propia biografía, su propia vida, sea en realidad su patrimonio más importante.

Alegría

La tercera palabra que quería decir era ‘alegría’. Y es que, como siempre digo en las presentaciones de mis libros, hoy es un día de alegría.

Un día de alegría para la Hermandad de Jesús Nazareno y para su Junta de Gobierno porque, después de varios intentos, hoy ha culminado un largo proceso. Tras el cual puede ver, por fin, editado y publicado el libro de su historia, con motivo de su 250 aniversario fundacional.

Un día de alegría para la ciudad de San Fernando, porque por encima de las respetables creencias (o no creencias) religiosas de cada cual, y por encima de que el Estado —y sus administraciones públicas— sea aconfesional, laico o como prefiramos definirlo, independientemente de eso, esta es la historia de una antigua asociación isleña que ha pervivido a través de los siglos a pesar de los continuos cambios políticos, económicos, y culturales acontecidos a lo largo del tiempo en nuestra sociedad; y que tiene ya nada menos que 250 años, casi tantos como el propio municipio. ¿Cuántas asociaciones isleñas vigentes, de cualquier otra clase o naturaleza, pueden presumir de esa antigüedad? Es por ello, sin duda alguna, una riqueza para nuestra ciudad.

Pero, además, tampoco se puede ocultar que un número considerable de ciudadanos de San Fernando han sentido y siguen sintiendo una enorme devoción por la imagen de Jesús Nazareno, acuden a visitarla a su templo, confían en su ayuda en los momentos de dificultades, su retrato preside algún rincón de las casas en medio de las alegrías y las tristezas… Y sin entrar en valoraciones críticas de tipo político, social o antropológico, no se puede negar que, por ello, Jesús Nazareno rige la vida de muchos isleños desde hace 250 años. Por eso creo que está históricamente justificado el título de ‘Regidor Perpetuo’ que se le concedió a la imagen hace unos años, y que ha sido elegido por ello también como título del libro.

Por todo ello pienso que hoy es igualmente un día de alegría para nuestra ciudad.

Y finalmente también es un día de alegría para este autor que les habla, porque he podido culminar el trabajo que se me encargó y porque he podido realizar un nuevo libro de investigación histórica y entregarlo a mi querida Isla de San Fernando.

Pido disculpas públicamente por los posibles fallos que contenga y que se deban a mi responsabilidad, tanto los de orden conceptual, como estructural, e incluso gramatical. Fallos que se deben a las limitaciones que tengo como cualquier otro ser humano.

Espero que les guste y espero que tenga una buena acogida.

Solo me resta reiterar mi enhorabuena a la antigua Hermandad de Jesús Nazareno por su 250 aniversario fundacional y desear que todos los actos conmemorativos que tiene programados a lo largo de los próximos meses sean un éxito tanto espiritual como material.

Y gracias, muchas gracias por darme la oportunidad, por permitirme devolver a la venerada imagen de Jesús Nazareno, en la medida de mis posibilidades, con mi esfuerzo, con mi ilusión, con mi trabajo, de devolverle, digo, aquella bendición que impartió a esa joven pareja que contrajo matrimonio a sus plantas hace ya 67 años. Bendición gracias a la cual —yo estoy convencido de ello— hoy estoy aquí hablando delante de todos ustedes.

¡Muchísimas gracias!

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