por Francebo en La Información. Periódico de la tarde [11/08/1906]

localizado y transcrito por Alejandro Díaz Pinto [14/06/2017]

NOCHE DE LUNA

   Cuando no hace levante, los tranvías de San Fernando traen jardinera y la luna lanza sobre la tierra sus plateados rayos, resulta un espectáculo verdaderamente hermoso y poético el que se contempla desde Cortadura al patio de Cambiazo.

   A la derecha, el mar: representación de la inmensidad, del infinito, algo así parecido a la atmósfera que nos rodea.

   Sobre él, ríe la luna, haciendo aparecer las aguas como una inmensa sábana de plata, agitada levemente por equidistantes olas que vienen dulcemente a morir en la arenosa playa, produciendo al romperse un continuado y agradable rumor y formando una blanca espuma cuyo color abrillante los pálidos rayos del astro de la noche.

   Más allá, a la izquierda, la vía férrea, signo de progreso, de virilidad, de fuerza.

   Siguiendo adelante, se nos presenta un espectáculo más notable aún, si cabe, que el precedente.

   Inmensa explanada llena de riquezas, cuales son las sal que tan fecundamente se cría en nuestra ribera; con sus pirámides del blanquísimo producto alzándose gallardas entre los esteros, reflejando en las aguas su silueta pintoresca y sus caras triangulares.

   El tranvía vuela y entramos en San Fernando: allí es diferente, nos parece Cádiz, es igual a nuestra ciudad, todo en fin nos recuerda a ella.

   Y más allá; pasado San Carlos, una lengua de tierra, la Avanzadilla, a cuyo término está el Arsenal, que guarda los restos de nuestro antiguo poder naval.

   El lugar es delicioso: merece presenciarse el espectáculo de una noche clara, entre cuyas penumbras se dibujan las siluetas de los buques anclados en los caños de la Carraca y percibiéndose mezclados con los acordes de un fonógrafo los ¡Alerta! de los centinelas del presidio.