«Mis poemas no nacen con el objetivo de convertirse en libro»

2 abril, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Ramón Luque hace balance de su último poemario publicado, La Soledad del Héroe, y de las «grandes satisfacciones personales» que le ha dado durante los últimos meses.

Si algo tenía claro Luque cuando comenzó a promocionar La Soledad del Héroe era el giro que darían sus presentaciones respecto al esquema habitual, «en un ambiente más íntimo y rodeado de compañeros vinculados al mundo literario, especialmente al poético». La razón de esto estriba de la propia naturaleza de los poemas, que el autor define como «intimistas, donde yo mismo soy el eje».

En efecto, muchas de las piezas parten de experiencias personales relacionadas con la soledad como reflexión, como ensimismamiento, a partir de casos concretos o de sensaciones que han perdurado en el tiempo. Claro que esta catarsis no es más que una referencia teniendo en cuenta que «todos sufrimos con las mismas cosas y disponemos de los mismos recursos para superarlas», explica, de ahí la gran capacidad de conmover a quienes han disfrutado el libro, promoviendo un feedback entre el autor y los lectores a través de mensajes, llamadas de teléfono y comentarios en las redes sociales que le han supuesto gran satisfacción.

El catedrático Hernández Guerrero, presidente del Club de Letras de lac UCA, clasificó estos sentimientos para el prólogo en ‘tristeza’ y ‘esperanza’, es decir, los baches en la vida del hombre y la opción de hacerles frente representada aquí con un «halo de luz». «Yo añadiría, además, el de ‘añoranza'», indica Luque en referencia a «todo aquello que echamos de menos y que en ocasiones reflota a la superficie a través de la literatura».

Pese a seguir un patrón, reconoce que «mis libros nunca nacen con vocación de serlo». Tras décadas escribiendo, dispone de un gran material que, llegado el momento, ve la luz por etapas. Y es lo que ha ocurrido ahora, por ejemplo, respaldado por el Club de Letras, recuperando poemas de distintas épocas. El más antiguo se remonta a su adolescencia y está plasmado en la obra sin apenas cambios porque «el sentimiento ya estaba clarificado». «Me he dado cuenta de que casi todo lo que necesitaba decir estaba contado y solo esperaba el momento de ver la luz».

A diferencia de su antecedente directo, Remansos en el tiempo, «La Soledad del Héroe se centra en la esencia más que en las florituras poéticas, en el trasfondo más que en el artificio». Algo de lo que ya se percató su compañero de Río Arillo, Juan Mena, calificando estos poemas como «más puros». Ocurrió precisamente durante una de las presentaciones, acompañado de la histórica tertulia isleña y donde el autor intercaló algunos fragmentos con los comentarios de Mena sobre el compendio. Ha tenido la oportunidad de repetir, con ligeras variaciones, en distintos focos culturales de la ciudad, entre ellos la Librería Al-Ándalus y la Asociación Clara Campoamor. También en el propio Club de Letras y en la Sala de los Libros de la UCA, acompañado de su coordinador Ricardo Chamorro. En algunos de estos encuentros ha contado con música de Paco Luque y voz de Inma Márquez dando lugar a «momentos entrañables».

Un rostro de la literatura isleña

Ramón Luque Sánchez es un histórico de la literatura en La Isla. Licenciado en Geografía e Historia y natural de Mengíbar (Jaén), quedó prendado de esta ciudad cuando llegó para ejercer como docente hace 25 años. Desde entonces no ha dejado de participar en eventos culturales, recitales y encuentros literarios, formando parte de los colectivos que los hacen posible. Además de pertenecer a Río Arillo y al Club de Letras de la UCA, coordina junto a Rafaela Becerra la tertulia literaria del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz antaño presidido por Feliciano Gil. También forma parte de la junta directiva de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, con la poeta Blanca Flores a la cabeza.

Aunque sería imposible relacionar todos sus premios y colaboraciones, cabe destacar sus libros, a caballo entre la poesía, el teatro y la faceta didáctica de la que es profesional: Las Historias de Carmelo (2000), El Auto de la Castañera (2002), el ya citado Remansos en el Tiempo (2006), La Isla de la Libertad (2010) -editado por la delegación de Cultura con motivo del Bicentenario de Las Cortes-, así como su adaptación a pregón en Romancero Constitucional, y el libro de poesía infantil editado por Publicaciones del Sur en 2001, Coro Angelical. Entre sus proyectos futuros hay novelas cortas y compendios de relatos, pero poco a poco ya que «aún estoy en activo y a veces no sé de dónde saco el tiempo». Por lo pronto participará junto a algunos de sus compañeros de Río Arillo en un proyecto de Odisea Teatro para adaptar un texto donde Antonio Gala habla de la despedida entre Machado y su amada Guiomar.

Declara escribir «como forma de relajación». No comparte ese ansia por publicar derivado de lo que considera «un momento de euforia por la literatura en La Isla», eso sí, «muchos nombres, como el de Adelaida Bordés o Carmen Orcero, se están haciendo fuertes… perdurarán».

De momento, y con la primera edición de su última obra casi agotada -aún se puede adquirir en Al-Ándalus-, toca disfrutar de la comunicación con sus lectores, del calor humano de estos encuentros que probablemente retome después de Semana Santa. Porque de eso se trata; de «disfrutar del momento, no obcecarse con entrar a formar parte de la literatura universal».

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