‘Giradas’ a un arte más personal

3 febrero, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Las hermanas Lucía y Rosa Romero se encuentran involucradas en una nueva fase profesional donde coinciden en «mirar más hacia dentro».

Son ambas de San Fernando, de sus huertas y patios. Los mismos donde su abuela Rosa «dejaba huella más allá de la familia, coloreando la vida de sus vecinos durante una época como la posguerra», espetan. Son historias que les cuenta su madre y que, de alguna manera, han influido en su manera de entender la vida, sobre todo en este momento marcado por una producción más intimista que transforma recuerdos en composiciones artísticas.

Así lo define Lucía Romero, artista pintora de vocación que ha llevado su obra a GH40 Exposiciones o Barrunto (Cádiz) en diversas ediciones, además de exponer en Sevilla, Almería o Portugal. Desde el pasado mes de diciembre forma parte de la muestra colectiva Rotura en el Baluarte de la Candelaria. Un proyecto co-dirigido por María José Gómez ‘Ajito’ y en el que se dan cita más de una decena de artistas para compartir el sentido que atribuyen a este término. En el caso de Lucía se trata de un ‘giro’ a su vida, a su forma de entender el arte, ya que como ella misma explica, «me ha servido para conocerme a mí misma» nutriéndose, fundamentalmente, de las mujeres de su familia.

Del expresionismo abstracto que practicaba al mirar «hacia fuera», ha pasado a un tipo de arte más conceptual donde predominan la idea y el proceso. Para ello ha reutilizado muchas obras estancadas en la etapa anterior, transformándolas y otorgándoles otro significado relacionado con sus orígenes y recuerdos. Algunos de los lienzos, por ejemplo, son ahora las flores del patio de su abuela, las raíces de la huerta o los lunares de su delantal, «imágenes que retenemos en la memoria, de forma aislada y que cobran un sentido al tratar de reorganizarlas». Es el punto de partida para el proyecto El Giro -cambio- y Brotado, en flor, a partir de lienzos descartados.

Esta muestra colectiva se funde además con el talento de artistas que optan por lo intangible. Baile, música, interpretación… aquí es donde entra en juego Esta no es la vida privada de Rosa Romero, «un proceso de encuentros y desencuentros de una actriz con su obra, frente al público», es decir, su hermana, licenciada por la Escuela de Arte Dramático de Málaga que, tras una larga temporada trabajando para diversas compañías por España, decidió volver a La Isla y dirigir su propio proyecto. Quizá fuera el paralelismo entre ambas lo que animó a Rosa a enriquecer por unos minutos la exposición donde participa su hermana, adelantando secuencias de una iniciativa aun en proceso de creación.

Lucía (Izda.) y Rosa (Dcha.) frente a una instalación artística de 'El Giro'.

Lucía (Izda.) y Rosa (Dcha.) frente a una instalación artística de ‘El Giro’.

«Necesito un buen preámbulo para todo lo que hago -comenta-, lleva a cabo mi ritual, un espacio propio». El mismo recibió el nombre de Estratería. Así, al volver de su periplo de iniciación necesitó dar un ‘giro’ para reubicarse en el contexto, «ver lo que se hacía a mi alrededor y conocer profesionales nuevos». El previo a su absoluta independencia creativa fue la obra Los vapores de Leonor y Sofía en compañía de un oso amaestrado, popularmente conocida como ‘Las infantas’, que ha llegado a provincias como Málaga y Pontevedra. Aunque dirigido por ella a partir de una idea original, «la temática me es muy ajena, un cajón lleno de juguetes con el que trabajar en escena». Ahora incluso el tema es personal, pues «nace de un contraste entre la Rosa que se fue y la actual, que no es la que esperaba la gente al volver». La obra juega con la dualidad verdadero/falso, con la búsqueda de identidad… pero, sobre todo, es la que «me ha permitido coger las riendas de mi trabajo». Por eso es tan importante. Claro que ni de lejos la única que lleva para adelante porque Estratería no es solo un taller escénico, sino una verdadera incubadora de proyectos. Un lugar de encuentro para artistas de todas las disciplinas que van sumando su trabajo a estos proyectos.

Estratería nació para salvar en parte las limitaciones de los espacios culturales con los que cuenta la ciudad. «Existen pocos y además no cubren las necesidades de la población», declara Rosa, convencida de que «hay que revisar su gestión y tener en cuenta a los artistas emergentes». Lucía, en cambio, reivindica «más facilidades». Especialmente tras la experiencia en el Baluarte de la Candelaria donde todo, desde el embalaje al transporte pasando por la adaptación del sitio, ha corrido por cuenta de la administración. En este sentido La Isla está a años luz, pero es que además «pretenden quedarse con una obra del artista a cambio de exponer en espacios públicos. No se les reconoce su valor».

Si algo tienen claro ambas es la necesidad de trabajar para que la gente de La Isla se acostumbre a otro tipo de arte y aprenda a apreciarlo. «Debemos tumbar el tópico del arte contemporáneo como algo opaco e inaccesible, su objetivo no es otro que construir a partir de los códigos actuales», defienden.

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