A vueltas con las estatuillas halladas en las inmediaciones de Sancti Petri

23 agosto, 2017

por Enrique Pérez Fernández

Ldo. en Geografía e Historia

El pasado mes escribí en Patrimonio La Isla acerca de los descubrimientos arqueológicos que a comienzos de 1731 salieron a la luz en el entorno de Sancti Petri con motivo de una gran resaca del mar. Particularmente traté sobre dos estatuillas romanas —un Hércules y un Neptuno de bronce— que entonces adquirió Juan Tirry y que pasaron a formar parte del espléndido gabinete arqueológico que él y su hijo Guillermo tuvieron en su residencia de El Puerto, a orilla del Guadalete. Y conté que tras la muerte de Guillermo Tirry en 1779, la colección arqueológica pasó a manos de otros propietarios en Cádiz y Jerez, según apuntó en 1794 Antonio Ponz, uno de los ilustres visitantes de la colección de los marqueses de la Cañada. Aquí remito a lo que entonces escribí.

Después he conocido —y lo quería compartir con los lectores de Patrimonio La Isla— que los referidos exvotos de Hércules y Neptuno, tras fallecer Guillermo Tirry fueron a parar a Cádiz, a la casa del comerciante y coleccionista de obras de arte Sebastián Martínez Pérez. Lo decía el propio Antonio Ponz, que se declaraba buen amigo de Martínez: «A todo esto se ha de añadir la numerosísima colección de algunos millares de estampas que poseyó en el Puerto de Santa María el Marqués de la Cañada, después de cuya muerte pasaron a otra mano [la del jerezano marqués de Villapanés], y últimamente a la de don Sebastián Martínez. […] También tiene algunas estatuitas antiguas de bronce, de Hércules, Neptuno, &c., que se dice fueron encontradas en la playa de Sancti-Petri en la resaca que el mar hizo el primero de Noviembre de 1755 [sic] con motivo del terremoto.» (1) Lo confirmaba al paso de unos años, en 1807, el gaditano —no de cuna, era chileno— conde de Maule, Nicolás de la Cruz y Bahamonde: «en el gabinete de D. Sebastián Martínez se encontraban dos estatuitas de bronce de una quarta de alto, la una de Hércules descansando sobre su maza, y la otra de Neptuno de excelente forma, ambas halladas entre las rocas de Santi Petri.» (2)

Sebastián Martínez retratado por Goya en 1792, en Madrid. Metropolitan Museum de Nueva York.

Sebastián Martínez retratado por Goya en 1792, en Madrid. Metropolitan Museum de NY.

Sebastián Martínez (1747-1800)

Este riojano llegó a Cádiz hacia 1765. Marcado con un talante emprendedor y dotado de un talento natural para el comercio y los negocios, en 1771 ya se había establecido como cargador a Indias, actividad que pronto le proporcionó pingües beneficios que acrecentó con el préstamo de capitales y la exportación de vinos a Inglaterra como propietario de bodegas en Jerez y Sanlúcar. Bien conocido en Madrid por sus negocios y sus conocimientos en las finanzas, en 1799, poco antes de fallecer, sería nombrado Tesorero Mayor del Reino. (3)

Pero Sebastián Martínez ha pasado a la Historia como poseedor en su casa gaditana de la calle de la Aduana —frente a la muralla y el puerto— de una copiosa pinacoteca (la colección pictórica privada más importante de España en su época) de «trescientos cuadros, y acaso más» —decía Ponz—, entre los que se encontraban obras de Velázquez, Murillo, Zurbarán, Alonso Cano, Rubens, Tiziano… (4) y un largo etcétera que incluía cuadros de su amigo Goya, a quien Sebastián Martínez acogió en su casa durante el primer semestre de 1793 para que se repusiera de la enfermedad que le aquejaba (la que le provocó la sordera). (5) Sabiéndose que el de Fuendetodos conoció a fondo el gabinete de su amigo gaditano, la escena de Goya contemplando el Hércules y el Neptuno e interesándose por su historia, sin duda, fue vivida.

Residencia de Sebastián Martínez en Cádiz, frente a la Aduana, hacia 1887. Colección de Rafael Garófano (detalle).

Residencia de Sebastián Martínez en Cádiz, frente a la Aduana (actual Palacio de la Diputación) hacia 1887. Colección de Rafael Garófano (detalle).

Sebastián Martínez comenzó a formar su colección en 1778, adquiriendo al poco, tras la muerte de Guillermo Tirry al año siguiente, algunas obras que formaron parte de su gabinete pictórico y de estampas. (6) Seguramente fue entonces cuando se hizo con los bronces del Hércules y Neptuno de Sancti Petri. Dado que el riojano no fue amante de coleccionar antigüedades, quizás pasaron a su poder por encapricharse de ellas y entrar en el lote de la compra o tal vez fue un detalle y regalo de la viuda del marqués de la Cañada, María Francisca Lacy.

Tras fallecer Sebastián Martínez en noviembre de 1800, la colección pictórica y todo su patrimonio se repartió a partes iguales a sus dos hijas: Catalina, casada con Francisco Viola —que vendió los cuadros en Inglaterra—, y Josefa, esposa del capitán e ingeniero militar Fernando Casado de Torres. (7) Si en la partición de los bienes del padre se incluyeron las dos figurillas de Sancti Petri, lo desconozco. Así que, de momento, hasta aquí puedo ‘leer’; pero como quien esto escribe es un tanto cabezón (en el sentido figurado y en el no figurado), no olvidaré el asunto.

Catalina Martínez Errecarte, hija de Sebastián Mtnez. (Dcha.), retratada por Goya hacia 1810. Museo del Louvre (Dcha.) y su esposo, Fernando Casado de Torres (Izda.), por Errecarte. Museo Naval de Madrid.

Catalina Martínez Errecarte, hija de Sebastián Mtnez, retratada por Goya hacia 1810 (Museo del Louvre) y su esposo, Fernando Casado de Torres, por Errecarte (Museo Naval de Madrid).

La Hispania de O’Crowley

Por el tiempo en que se descubrieron ambas estatuillas —año arriba, año abajo— se halló otra en las aguas de Sancti Petri que al paso de los años fue a parar a las manos de un gaditano aficionado a las antigüedades: Pedro Alonso de O’Crowley (1740-1816), hijo de irlandeses afincados en Cádiz en 1727 y también, como su coetáneo y amigo Sebastián Martínez, hombre de negocios y comerciante de éxito. (8) Además de atesorar otra espléndida y bien nutrida colección de cuadros, O’Crowley fue un consumado conocedor de la numismática antigua y poseedor en su casa de la calle Doblones (apropiado nombre para un numismático, hoy c/ Manuel Rancés) de más de 7.000 monedas; y con ellas, 33 esculturas, entre las que se encontraba la hallada en Sancti Petri. Que es la única de la que aportó alguna información en el catálogo que confeccionó y publicó —el primero impreso en España— sobre su colección de cuadros y objetos arqueológicos, lo que da a pensar que la pieza no debía serle nada ajena. (9)

Así, de cómo apareció la estatuilla escribió en 1794: «Se halló en las inmediaciones del Castillo de Santi Petri en esta plaza. Habrá sesenta años que levando el ancla una embarcación, se la trajo en una de sus uñas, y se cree pertenecer al templo de Hércules, por haber sido aquél el sitio donde estuvo.» Por tanto, la pieza se ‘pescó’ hacia 1734, tres años después del hallazgo del Hércules y el Neptuno y seis antes de nacer O’Crowley. En San Fernando tuvieron sus padres la segunda residencia, y él varios inmuebles, por lo que es verosímil que la estatuilla, si la encontró un pescador isleño, que es bien probable, permaneciera en La Isla —en manos de los O’Crowley o en otras— hasta que comenzó a crear su colección de antigüedades en 1788.

Pedro Alonso de O'Crowley retratado por Pablo de Castro en 1855 a encargo del Ayuntamiento gaditano. / Alegoría de Hispania en una moneda de Adriano y en una acuñación de 1870.

O’Crowley retratado por Pablo de Castro en 1855 a encargo del Ayuntamiento gaditano. / Alegoría de Hispania en una moneda de Adriano y en una acuñación de 1870.

Y así describió la pieza: «Sobre una base de trece pulgadas de diámetro [33 cm] una figura que representa la Envidia, recostada sobre el brazo derecho; al lado una zorra. Es de lo más precioso de la antigüedad.» Pero, como le apuntó en 1942 Antonio García Bellido a Sánchez Cantón (10), ni la Envidia ni la zorra serían tales, sino la representación de Hispania, de la que entonces García Bellido no conocía paralelo alguno en la estatuaria clásica, por lo que el ejemplar de Sancti Petri vendría a ser, por su singularidad y rareza, un hallazgo extraordinario. Hispania llamaron los romanos a la Península Ibérica, voz de origen fenicio que tradicionalmente se ha traducido —por su abundancia— como ‘tierra de conejos’. Sí es habitual la alegoría de Hispania en las monedas romanas, a partir de tiempos de Adriano (117-138 d.C.) tal como supuestamente figuraría en la pieza de Sancti Petri: una figura femenina —la propia Hispania— tocada con corona de laurel, reclinada y apoyando el brazo izquierdo en una roca que representaría a los Pirineos, sosteniendo en su mano derecha una rama de olivo y a sus pies un conejo (la zorra de O’Crowley). La misma alegoría de Hispania se recuperó, en varias emisiones españolas, a partir de 1869 y hasta nuestros días (2001).

Las otras estatuillas de Sancti Petri

Los bronces referidos —Hércules, Neptuno, Hispania— fueron exvotos ofrendados en el templo de Hércules en tiempos del auge de Gades durante el Alto Imperio (siglos I-II d.C.), tal como fue costumbre que hicieran, antes y después, los devotos —particularmente navegantes y comerciantes— de tan afamado santuario desde que lo fundaran los primeros nautas tirios que arribaron a las islas gaditanas.  De ellos han llegado a nuestros días algunos excelentes ejemplares, como la estatuilla del Hércules Gaditano hallado en 1984 y que en 1993 consiguió recuperar de manos privadas Juan Antonio Cerpa Niño. No poco se ha escrito del origen y la cronología de este exvoto, pero lo más factible es que corresponda a una figura griega facturada en el siglo V a.C. que fue reutilizada y reparada en época altoimperial, cuando se le grabó en el vientre (H G) la advocación gaditana del Herakles original. En su mano izquierda porta las tres manzanas del Jardín de las Hespérides mientras que en la desaparecida diestra llevaba la clava o maza hercúlea. (11)

Hércules Gaditano (22 cm). Museo Provincial de Cádiz. / Áureo de Adriano emitido en Roma (119-122 d.C.) con la figuración del Hércules Gaditano. British Museum.

Hércules Gaditano (22 cm). Museo Provincial de Cádiz. / Áureo de Adriano emitido en Roma (119-122 d.C.) con la figuración del Hércules Gaditano. British Museum.

Precioso también, aunque mutilado, el bronce que conserva el Museo Arqueológico Nacional del dios frigio-romano Attis (siglo II d.C.), de 50 cm de altura, que en su mano derecha sostendría la pandereta, en la izquierda el cayado de pastor y la cabeza tocada con el gorro frigio. Se descubrió en aguas de Sancti Petri en 1906, sacada por unos pescadores —leo en un documento de entonces— «al Oeste del arrecife del Castillo, enredada entre las mallas de sus redes».

Attis de Sancti Petri. Museo Arqueológico Nacional / Escultura de Attis con sus atributos en el Museo Chiaramonti del Vaticano.

Attis de Sancti Petri. Museo Arqueológico Nacional / Escultura de Attis con sus atributos en el Museo Chiaramonti del Vaticano.

También se halló aquel año, por un buzo, la estatua de mármol de un emperador heroizado que (por compra y donación del marqués de Comillas) desde 1910 se conserva en el Museo Provincial gaditano. Fue encontrada, según declaró el buzo, «al Sur del Castillo de Sancti Petri en el fondo de una cueva submarina que tendría como unos 5 o 6 metros de largo por 3 de ancho y unos 2 de altura.» (12)

Emperador romano de Sancti Petri. Museo Provincial de Cádiz / Estatua thoracata hallada en los bajos de Rompetimones en 1925. Museo Provincial de Cádiz.

Emperador romano de Sancti Petri. Museo Provincial de Cádiz / Estatua thoracata hallada en los bajos de Rompetimones en 1925. Museo Provincial de Cádiz.

De carácter monumental es la escultura thoracata de bronce de un emperador romano triunfante (fines siglo I-II d.C.) que se halló en 1925 en los bajos de Rompetimones al dinamitarse los peligrosos escollos del lugar. De la escultura, que podía rondar los cuatro metros de altura, se recuperaron doce fragmentos; entre ellos la pierna derecha (82 cm), que hoy, al no poderse acoplar a la figura, no se exhibe en el Museo gaditano. Esta magna obra de bronce me hace recordar la «estatua colosal de bronce herculina con todos sus atributos» que se descubrió en la gran resaca del mar de 1731, la que algunos soldados del Castillo de Sancti Petri desguazaron para venderla al peso y de la que Juan Tirry, como escribí en el anterior artículo, pudo conseguir para su gabinete de antigüedades un gran pie.

Entre los escollos de Rompetimones también se encontró, mientras se dragaba el lugar en 1984, un depósito de exvotos fenicios del que se pudo recuperar un excepcional lote de estatuillas de bronce hoy expuestas en número de cinco en el Museo gaditano y otra en el Municipal de San Fernando. Todas son figuras del dios titular del santuario que fundaron los tirios en la isla de Sancti Petri, Melkhart, aunque, por el sincretismo propio de la religión fenicia, con atributos asimilados de divinidades sirio-egipcias. (13)

Exvotos fenicios (siglos VII-VI a.C.) hallados en el bajo de Rompetimones, en Sancti Petri. Museo Provincial de Cádiz y Museo Municipal de San Fernando (nº 6).

Exvotos fenicios (siglos VII-VI a.C.) hallados en el bajo de Rompetimones, en Sancti Petri. Museo Provincial de Cádiz y Museo Municipal de San Fernando (nº 6).

El nº 1 de la imagen adjunta —y seguramente el 2— se vincula al dios que trajeron los navegantes de Tiro, el Reshef sirio-egipcio, el ‘dios combativo’ que en sus manos portaría armas (como el griego Herakles), mientras que los otros cuatro se corresponden al Hércules egipcio, trasunto de Osiris, inerme y de pose serena. Ambos modelos llevan el torso desnudo, faldellines egipcios y tocados con la corona atef como Señor del Alto Egipto, en dos casos flanqueadas con plumas de avestruz (nos 3 y 6), y con la mano izquierda pegada al pecho flores de loto (nos 5 y 6), símbolo de la resurrección. Todas tendrían, de haberse conservado completas, peanas (ajustadas a los pivotes de los pies) en las que rezaría el nombre del dios y del donante.

Huellas del que fue el templo más célebre de Occidente en la Antigüedad, que permaneció abierto hasta fines del siglo IV, cuando Teodosio prohibió el culto pagano. Donde Julio César, el año 68 a.C., recién nombrado cuestor de la Hispania Ulterior, ante la estatua de Alejandro Magno se lamentó de la levedad de su vida cuando a su edad —32 años— el macedonio había conquistado un imperio. Llegado a la cima del poder, nunca olvidó César aquel momento, ni la interpretación que los augures del templo de Hércules le dieron al incestuoso sueño que tuvo la noche anterior: «aquella madre que había sido sometida a él, no era otra que la tierra, nuestra madre común.» (14)

Atardecer frente al solar del santuario de Melkhart-Herakles-Hércules (siglos IX a.C.- IV d.C.).

Atardecer frente al solar del santuario de Melkhart-Herakles-Hércules (siglos IX a.C.- IV d.C.).

Un lugar, Sancti Petri, cargado de mitos, leyendas e historias que trascienden el tiempo y que forman parte de la Historia Universal. Qué suerte tenemos —aunque quizás no todos sepamos aprovecharlo como debiéramos— quienes hemos nacido o vivimos tan cerca de un enclave tan mágico y hermoso. De donde salieron, como testigos de su pasado esplendor, aquellas estatuillas de bronce de Hércules, Neptuno e Hispania.

Notas

(1) Viage de España en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella. Tomo XVIII. Madrid, 1794. Carta I, 53.

(2) Viage de España, Francia e Italia. Tomo XII. Cádiz, 1812, pág. 565. En 1807 es cuando se estima que escribió este tomo.

(3) Ignacio Gil-Díez Usandizaga: «Sebastián Martínez, el amigo de Goya», revista BROCAR nº38, Universidad de La Rioja, 2014, págs.197-209.

(4) Ponz, obra citada, Carta I, 42-50.

(5) María Pemán Medina: «La colección artística de D. Sebastián Martínez, el amigo de Goya, en Cádiz», Archivo Español de Arte nº201, Madrid, 1978, págs. 53-62.

(6) María Pemán Medina: «Estampas y libros que vio Goya en casa de Sebastián Martínez», Archivo Español de Arte nos 259-260, Madrid, 1992, págs. 303-320.

(7) Conde de Maule: Viage de España…. Tomo XIII. Cádiz, 1813, cap. IV, nota 27.

(8) Pablo Antón Solé: «El anticuario gaditano Pedro Alonso O’Crouley», Archivo Hispalense nº136, 1966, págs. 151-166. Salvador Bernabéu Albert: «Pedro Alonso de O’Crowley y O’Donnell (1740-1817) y el descubrimiento ilustrado de México», en Irlanda y el Atlántico Ibérico: movilidad, participación e intercambio cultural. Valencia, 2010, págs. 225-241.

(9) Pedro Alonso de O’Crouley: Diálogos sobre la utilidad de las murallas antiguas… Madrid, 1795. Obra que es la traducción de O’Crowley del original inglés de Joseph Addison. Cierra el libro como Apéndice una ‘Descripción del Museo del traductor’, fechado en 1794 (las esculturas en págs. 525-527). Francisco Javier Sánchez Cantón: «La primera colección española de cuadros y estatuas que tuvo catálogo impreso», Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 111, Madrid, 1942, págs. 217-227.

(10) Sánchez Cantón, artículo citado en nota anterior, pág. 220, nota 1.

(11) Ramón Corzo Sánchez: «Sobre la imagen de Hercules Gaditanus», revista ROMVLA nº3, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, 2004, págs. 37-62.

(12) Real Academia de la Historia: signatura CACA/9/7949/73 (4).

(13) Antonio Blanco Freijeiro: «Los nuevos bronces de Sancti Petri», Boletín de la Real Academia de la Historia nº182, Cuaderno 2, 1985, págs. 207-216. Ramón Corzo Sánchez: «Sobre las primeras imágenes y la personalidad originaria de Hércules Gaditanus», revista SPAL nº14, Universidad de Sevilla, 2005, págs. 91-122.

(14) Suetonio: Divus Julius. De vita duodecim caesarum. Libro I, VII.

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