Seis años ‘Mirando al Sur’

12 junio, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

El isleñó Antonio Carlos Baños Martínez celebra el cumpleaños de su blog con la promesa de seguir reivindicando los valores culturales y naturales de Andalucía.

Es técnico en Gestión Medioambiental aunque su afición por la naturaleza se remonta mucho tiempo atrás. Sus padres le llevaron con 10 años al Hotel Parador Atlántico, en Cádiz, donde además de atender a las maravillas del microondas, descubrió el especial regalo que ofertaban por la compra del entonces novedoso electrodoméstico. «Era Navidad y me dieron a elegir entre una bicicleta y la enciclopedia Fauna Ibérica de Félix Rodríguez de la Fuente», recuerda. No hace falta especificar por cual de las dos opciones acabó decantándose.

La fotografía del lobo ibérico le impresionó al extremo de marcar su devenir personal. Desde muy pequeño acudía con frecuencia junto a su padre y su cuñado para contemplar las aves del Parque Natural, concretamente en las marismas de Río Arillo y Camposoto. Unos prismáticos y una guía de bolsillo fueron determinantes para empezar a identificar especies en una época donde, advierte, «no existía Internet». Parece mentira que recuerde la primera que tuvo la suerte de ver, ni más ni menos que «un busardo ratonero cazando, con las manos en la masa».

Esta afición creció junto a su amigo Juan Jesús Bernabé, hoy cetrero en el Estadio Olímpico de Roma que «entonces adiestraba halcones peregrinos y águilas calzadas entre otras aves», comenta. También participó en jornadas académicas de la Universidad de Cádiz y el Parque Natural de Los Alcornocales pero, no obstante, se considera hombre de letras.

Sus conocimientos en materia de Medio Ambiente no le impiden reconocer que «el tema entraña mucho de leyes». Teoría de la que debía empaparse al cursar la FP antes de ser integrado en la plantilla de Polanco. Mientras trabajó de administrativo aprendió a diferenciar los distintos tipos de madera que en muchos casos procedían de plantaciones en países exóticos, así como conceptos que afectaban a la empresa como el de ‘Reserva Natural Concertada’ pues «se asentaba sobre la Laguna de la Paja, un espacio protegido a base de acuerdos entre el propietario y la Junta de Andalucía».

Su experiencia crecería en la chiclanera Salina Los Hermanos, donde colaboró con su propietario, Antonio Bea, en la puesta a punto de los tajos. «El fondo de estos cristalizadores debe ser fango virgen que con su dureza permitan pasar la pala que va rompiendo los cristales de sal», explica. «Allí había de todo»: alcaravanes, flamencos, todo tipo de limícolas… incluso una familia de perdices le impidió arrancar el coche durante varios minutos. Son precisamente estas anécdotas las que le animaron a crear un blog desde el que contribuir a la concienciación del género humano. «Siempre soñé con escribir un libro, pero esto era más barato y además me brindaba mayor libertad», explica. Lo llamó Mirando al Sur por la mezcla de arquitectura, paisaje y enclaves naturales de interés que a su juicio pueblan Andalucía, atendiendo especialmente al bajo Guadalquivir como buen amante de su tierra.

«Mi intención no es alardear de lo que sé -no se considera ningún experto-, sino contribuir a que la gente conozca lo que tiene a dos metros de casa», afirma. «Creo que no conocemos nuestra tierra». De ahí que a modo de recorridos virtuales haya publicado casi 200 artículos resaltando los valores de cada sitio y especies de flora y fauna que proliferan en él. «El próximo -adelanta- versará sobre los bosques-islas de Cádiz, refugios de gran cantidad de especies». Todos sus escritos parten de una idea personal que posteriormente completa con bibliografía, actualiza con las últimas noticias y adereza con un punto de crítica. Así trabaja también como columnista en el periódico El Castillo de San Fernando con una variante del blog que bajo el título A vista de pájaro se centra mayoritariamente en La Isla y su riqueza natural. Ambos gozan de un buen número de visitas periódicas y no solo españolas. «Según las estadísticas, tanto los alemanes como los americanos y los rusos están interesados en nuestro patrimonio», confiesa.

Y aunque eminentemente divulgativos, no renuncian a un componente crítico sobre, por ejemplo, la gestión del Parque Natural. Desde su punto de vista «ha mejorado; si veías un par de aves hace veinte años podías aplaudir con las orejas», sin embargo, «la naturaleza es cambiante, hay especies que cada vez se ven menos y con otras ocurre exactamente al revés», concreta. Eso sí, como todo buen ecologista reclama mayores partidas para Medio Ambiente y, desde luego, más recursos humanos que «evitarían, por ejemplo, que las marismas y caños se acabasen colmatando».

Amante de las aves, no podemos dejar de preguntarle por cinco especies a elegir entre los cientos que pueblan la zona. La garza real, «por ser sencillamente espectacular»; la espátula, «estrella del Parque»; los correlimos, «una cuestión de debilidad personal»; el águila pescadora, «la nueva joya»; y, finalmente, una concesión al territorio urbano con la lechuza, «por cómo brillan en la oscuridad de la noche», afirma al haber sido testigo por casualidad en las inmediaciones del Observatorio y el parque Almirante Laulhé.

Hoy por hoy compatibiliza el trabajo -cuando lo hay- con las últimas asignaturas del Grado en Historia que avalará desde otra perspectiva este compromiso de divulgación patrimonial. Eso sí, reservando hueco para deleitarse con las garcetas grandes o con el cernícalo que al atardecer visita en las inmediaciones de la Ronda del Estero.

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