San Fernando, la ‘patria chica’ del Submarino Peral

17 noviembre, 2016

por Javier Sanmateo Isaac Peral

El 7 de junio de 2015 se cumplió un importante aniversario para la ciencia y la tecnología española y universal que, sin embargo, pasó sin pena no gloria. Me refiero al 125 aniversario del primer viaje submarino de la Historia.

En efecto, en esa fecha, en el año de 1890, tenía lugar la importante hazaña militar, náutica y científica, precisamente frente a la costa de San Fernando (Cádiz), en pleno Atlántico. Isaac Peral, el inventor del submarino, junto con los otros diez tripulantes a bordo de la nave más revolucionara de su tiempo, se sumergió en alta mar y navegó a diez metros de profundidad durante una hora, emergiendo en las coordenadas previamente acordadas.

Por tanto, este viaje constituye la primera navegación submarina propiamente dicha. Nunca antes hombre alguno había viajado en inmersión y, menos aún, lo había hecho en condiciones de navegación propiamente dicha: salir de un lugar concreto y llegar al punto de destino que se había prefijado. Esto lo convierte en un hecho singularísimo ya que su inventor no se limitó a probar un medio que le permitiera sumergirse en el mar con absoluta seguridad y autonomía del exterior, sino que además se propuso -y lo logró- hacer un verdadero viaje submarino, una navegación en sentido más estricto del término. Por si fuera poco, dotó a su submarino del arma de guerra que iba a hacerle temible en la mar: el torpedo; inventando con ello también el ‘Arma Submarina’. Con razón, el decano de los ingenieros españoles y toda una autoridad a nivel mundial, Echegaray, dijo que era el invento más completo y perfecto de los que se habían logrado hasta ese momento.

San Fernando, La Isla, es una villa histórica allá donde las haya. Aparte de su dilatada historia puede y debe presumir de ser la ‘patria chica’ del submarino. En esta noble ciudad se concibió, se inventó, se construyó y se probó el primer submarino de la Historia. Es cierto que la patria chica del inventor es Cartagena -ciudad que honra con singular y admirable afecto la memoria de su ilustre hijo-, pero no lo es menos que la de su hijo predilecto -su hijo de acero- sea la Isla de León.

Son muchos los lazos que unieron la figura del inventor a la ciudad. No solo fue el lugar donde residió muchos años y donde inventó el submarino, también fue donde nacieron su padre, Juan Manuel, del que heredó y con cuyo ejemplo surgió su vocación castrense y marinera; su mujer, Carmen Cencio; y todos sus hijos. En San Fernando se casó y fundó su hogar.

Hoy España vive alejada de la mar y de su historia. Tal vez por ello pasan estas importantes efemérides sin que nadie les preste atención. Es un craso error pues buena parte de nuestro prestigio internacional -si aspiramos a mantenerlo- pasa por cuidar de nuestra historia, por lo menos, con el mismo afán e interés con el que lo hacen el resto de naciones civilizadas. Y, por puro egoísmo, también debemos hacerlo, porque la economía de las naciones depende, cada vez más, de la imagen que proyectan hacia el exterior de sus fronteras. España no puede permitirse el lujo de renunciar a su historia.

San Fernando, donde cada vez son más las voces de sus jóvenes ciudadanos que reclaman un mayor compromiso con el pasado, el presente y el futuro de su ciudad, tengo por seguro, que rescatará del olvido la historia del submarino que la convierte en capital de la innovación del siglo XIX.

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