por Alejandro Díaz Pinto

Non Plus Ultra. Asalto a las Columnas de Hércules se ambienta en el siglo IV a.C. Su autor, Antonio S. Yllescas, reivindica las posibilidades de las culturas griega y púnica para construir una historia a caballo entre orígenes legendarios e investigaciones recientes.

¿Qué pasa cuando se funden historia documentada y creatividad literaria? Pues que surgen obras como la que este gaditano presentó la semana pasada de la mano de su editorial, Atlantis, para ofrecer a los lectores un paseo por la antigüedad greco-fenicia en un contexto real, contando una historia ficticia que bien podría haber pasado.

Non Plus Ultra. Asalto a las Columnas de Hércules es fruto de un trabajo de cuatro años firmado por un diplomado en Magisterio y licenciado en Lingüística que tras dedicarse a la docencia y trabajar en bibliotecas como Adolfo Suárez (Cádiz) o Luis Pacheco (Puerto Real) decidió aventurarse con su propia obra literaria. Hasta entonces no había escrito más que algún relato bajo el pseudónimo ‘Calímaco de Alejandría’ -lo que da alguna pista sobre su pasión por la Antigüedad-, claro que «leer, siempre he leído más que una vaca pastando», advierte con humor.

La novela es el resultado de un proceso creativo en constante revisión. La idea original planteaba relaciones entre el Egipto de los ptolomeos y el propio Gadir, cuya referencia quedaría reducida al prólogo, pero «entonces se coló una nueva trama a medida que llevaba a cabo el proceso de documentación». Esta ‘ramificación’ del esquema original es lo que se ha convertido en el primer volumen de una trilogía -cuya continuación retomará los acontecimientos previstos- que se desarrolla íntegramente en Gadir, inspirándose en paisajes de Cádiz, Tarifa o Chiclana de la Frontera. Eso sí, «la isla de Antipolis -actual San Fernando- tiene un protagonismo fundamental en la novela», aclara, «con puertos en sus extremos norte y sur que determinarán los acontecimientos».

La portada es un guiño al Hércules romano por ser la versión más conocida del héroe.

Un exhaustivo trabajo de documentación

Pueden considerarse los espacios la primera de sus ‘fuentes’, ya que «he paseado por toda la costa gaditana, por sus playas, alamedas y baluartes defensivos». No obstante, «quería prescindir al máximo de la fantasía del escritor», por lo que ha bebido directamente de muchas de las revisiones efectuadas desde la arqueología moderna. Para ello buceó en los fondos de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz, la Biblioteca Provincial y en estudios de investigación recientes como los de José María Blázquez (Fenicios y cartagineses en el Mediterráneo), María Eugenia Aubet (Tiro y las colonias fenicias de Occidente) o Encarnación Ruiz Guillén (Arquitectura y urbanismo en los asentamientos fenicios de España y el extremo Occidente). Son casi una veintena los libros que ha leído al completo más otros tantos consultando capítulos de interés y artículos de publicaciones académicas a las que ha tenido acceso.

Reconoce que uno de los factores que le llevaron a decantarse por este período histórico es lo poco explotado que está desde el el punto de vista literario en relación a otros como el mundo romano. Durante el proceso de documentación «leí siete y ocho novelas que lo tocaban, pero solo tangencialmente», indica. «Casi todas tiran de Roma o Cartago». Antonio se ha centrado en el siglo IV por constituir una etapa intermedia entre los orígenes legendarios de Gadir –«no quería un cuento de hadas»– y episodios históricos sobradamente conocidos como las Guerras Púnicas.

Todo ello da lugar a una experiencia donde los lectores encontrarán Historia, pero también relaciones humanas como el amor, el sexo, la amistad o las rivalidades -incluso en los personajes de apariencia más rígida-. No olvida el componente espiritual a través de religiones arcaicas y sus ritos, o la reivindicación, mediante la literatura, de esta cultura que controló el Mediterráneo y ahora se enorgullece de homenajear.