Los colores invaden el Callejón Cróquer de San Fernando

18 octubre, 2016

por Alejandro Díaz Pinto

La histórica vía integrada en la finca que Rafael Cróquer de los Cameros adquirió en subasta pública en 1754 ha sido remozada con nuevos geranios que se mantienen mediante un proyecto de inclusión intergeneracional.

Querer es poder. Es lo que Sara Domínguez ha demostrado en innumerables ocasiones con sus reivindicaciones de cara a una ciudad mejor; una Isla más accesible y turística que este verano ha mejorado el aspecto de uno de sus rincones más emblemáticos: el Callejón Cróquer.

Dicha vía luce encalada y con decenas de macetas con geranios que un grupo coordinado por ella misma se ha encargado de regar tres días en semana mediante unas jarrillas de lata atadas a una caña. “Es algo que me llamó la atención cuando visité los patios cordobeses”, apunta esta ciudadana que desde que propuso la idea a las autoridades municipales -Sostenibilidad Ambiental y Vías y Obras- se comprometió a hacerse cargo del mantenimiento. Sabía lo que estaba haciendo. Muchos viajes dentro y fuera de España a lugares como Granada -“constantemente embellecida gracias a la participación de sus vecinos”- o Alguero (Cerdeña) le han servido para extrapolar a su ciudad una iniciativa que funciona. “Cuando después de unos años retomé mi vida en La Isla casi no la reconocía. Necesitaba volver a enamorarme de ella”.

La solución parte del grupo ‘San Fernando Accesible’ que coordina en redes sociales junto a su compañero Antonio Aparicio, técnico en accesibilidad y turismo, a través de un proyecto de inclusión intergeneracional donde personas de diversas edades se benefician de su enriquecimiento mutuo. Con esa idea contactó con los usuarios del centro Ángeles Teysa, quienes, sin compromiso, acuden varios días a la semana para participar de una pintoresca estampa junto a los propios vecinos del callejón y otros ciudadanos comprometidos que, como Sara, buscan “hacer de La Isla un lugar mejor”.

Y desde luego lo han conseguido, tanto a efectos turísticos -grupos de visitantes disfrutan de la actividad y se fotografían junto a los voluntarios- como desde la perspectiva más social. Para la impulsora es esto último, quizá, lo más importante ya que “el riego es solo una excusa para el ambiente de colaboración y cariño que estamos creando”. Asegura que “lo mejor es el antes y el después, cuando los participantes entran en contacto, comparten anécdotas y desconectan, reducen el estrés”. Hay hombres, mujeres, ancianos, niños, personas con movilidad reducida e incluso algunas que vienen desde la otra punta de la ciudad. Es el caso de Trinidad Ramírez, vecina de La Ardila, o María del Carmen González, “la primera que me animó a materializar esta locura”, explica Sara a Patrimonio La Isla.

Algunas voluntarias durante la jornada de regadío.

Algunas voluntarias durante la jornada semanal de regadío en el callejón.

Con la marcha del calor, la regularidad del encuentro se irá espaciando en el tiempo. Se mantendrá los miércoles, de momento, hasta establecer una fecha al mes mientras llega la primavera.

“En breve tendrá que venir personal municipal para retirar las hojas secas”, indica, aunque el relax de la nueva estación no le impide hacer planes de expansión por otras zonas con encanto de San Fernando. Es el caso del Patio Cambiazo, que aunque cerrado con una verja sería un lugar ideal para poner en práctica una iniciativa similar, máxime teniendo en cuenta que en breve se presentará el libro sobre la historia de este edificio en el que el investigador Paco Busto lleva trabajando desde hace 14 años.

De momento se muestra orgullosa por contribuir con su grano de arena a hacer de San Fernando una ciudad más encantadora, encabezando el tercer remozado que el histórico callejón ha experimentado en los últimos 50 años. Ya en 1971 se hizo eco Mirador de San Fernando -prensa local activa en aquel momento- de la iniciativa, por parte de un grupo de vecinos, para embellecer el lugar con macetas en las ventanas, acondicionamiento de las mismas, cal, pintura a los marcos de las puertas y «diversas notas llamativas para jalonar el conjunto”. Fue entonces cuando se colocaron, en lugar preferente, los cuadros del Nazareno y la Virgen del Carmen. El acto de inauguración, el 1 de noviembre, estuvo a cargo del arcipreste padre Pérez Alcedo y contó con la presencia del alcalde, el presidente de la Sociedad de Fomento y algunos concejales, así como los vecinos del callejón y sus familias.

Dos décadas más tarde, en 1992, se reinauguró con nueva pavimentación decorativa, marcos de piedra ostionera, viguería de madera y sendas capillas para los cuadros anteriormente referidos.

No todo ha sido positivo, por cierto, en esta tercera recuperación. De las 50 macetas destinadas al exorno del callejón ya fueron sustraídas cinco poco después de colocarse, por lo que en parte se cumplieron los temores de algunos de los detractores de la iniciativa. Si bien no ha vuelto a ocurrir desde entonces, apunta Sara, “debido a la cascada de críticas y un incremento de atención por parte de los ciudadanos”. Ciudadanos que deseaban contemplar su callejón como antaño, con plantas, más tránsito y, sobre todo, grato ambiente. “Es un sitio donde vas a encontrarte con buena gente, ya que nadie que no lo sea participaría de esto de forma altruista”.

Los interesados en formar parte de la iniciativa pueden hacerlo a través del grupo ‘Como una Regadera’.

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