La gran olvidada en San Fernando: la escultura monumental

16 mayo, 2020

Pablo Bernal Sánchez

Graduado en Humanidades

Máster en Evaluación y Gestión del Patrimonio Cultural

Mientras que la arquitectura o la arqueología son dos conjuntos patrimoniales asumidos, conservados y tutelados por los diferentes valores que representan, hay una manifestación cultural que se ha relegado a un segundo plano y siempre ha estado a la sombra de otras. Me estoy refiriendo a la escultura monumental urbana.

A pesar de tener unos antecedentes claros en todas las culturas del mundo actual y del pasado (se puede hacer un símil, salvando las distancias, desde los pilonos en los templos egipcios y las columnas monumentales en Roma hasta las esculturas ecuestres renacentistas de los condottiero), esta tipología monumental nació como tal a lo largo del siglo XIX y se consolidó en el siglo XX. Su fin principal era el de embellecer las ciudades que se estaban convirtiendo en focos concentrados de vida, por lo que se emplazaban en espacios públicos del entramado urbano y, rápidamente, acogió unos temas iconográficos variados, aunque los que más abundan son los de carácter honorífico y conmemorativo.

En especial, en San Fernando, una ciudad que desde el siglo XVIII se militariza con la llegada de la Marina en época borbónica, al igual que lo hicieron Cartagena (Murcia) y El Ferrol (A Coruña), la escultura monumental se reconduce por un campo muy concreto y empieza entonces a adquirir un significado militar palpable, el cual se puede observar hasta épocas recientes. Se erigen numerosos monumentos castrenses, ubicados en sitios claves que poseen un significado contundente de por sí, cuyo objetivo es transmitir la importancia de lo militar en el núcleo urbano y, por lo tanto, lograr propagar sus valores a la ciudadanía. Así, desde el interior de las instituciones, lo militar sale hacia el exterior, ejerciendo una presión, y empieza a asentarse sobre el espacio público, dominado antes por lo civil y lo religioso.

Portada de acceso al antiguo Hospital de San Carlos.

Portada de acceso al antiguo Hospital de San Carlos.

Es precisamente en el siglo XVIII cuando la escultura monumental de carácter militar se convierte en un elemento organizador del territorio, estructurando los espacios y modificando la fisionomía urbana de San Fernando. A partir de esta época, plazas, glorietas, parques y paseos se verán alterados por el emplazamiento de las esculturas en estos lugares. De igual forma, los edificios y las calles anexas se ven invadidos por el dominio de estas expresiones artísticas y es esta percepción la que continúa en la actualidad.

Asimismo, es interesante observar las diferencias tipológicas existentes entre los bienes debido a que, a pesar de que nos referimos a la escultura monumental como un ente cerrado y limitado, hay varios subbloques dentro de la misma. Se puede hacer una distinción entre las que son esculturas como tal y las que se presentan como monumentos, una diferencia que radica más bien en la majestuosidad y la influencia hegemónica espacial que establece la manifestación artística en cada caso en concreto.

Además, la escultura monumental militar está tan incorporada al paisaje urbano y tan asumida por los ciudadanos de San Fernando que ni siquiera se le muestra la menor atención, quitando casos excepcionales que han saltado a las noticias y desgraciadamente no por la calidad artística o por el proceso histórico, sino más bien por motivos políticos, sociales o económicos, como ha ocurrido en estos últimos años con el debate abierto que ronda en torno al Monumento ecuestre del general Varela, cuyo autor es Aniceto Marinas, situado en el centro de la Plaza del Rey.

Monumento al general Varela, obra de Aniceto Marinas.

Monumento al general Varela, obra de Aniceto Marinas.

El Monumento a los Caídos en la Guerra de Gabriel Borrás en la Plaza de Font de Mora, el Monumento dedicado al Antiguo Hospital de San Carlos en la Población Militar de San Carlos, el Monumento a las Marinas frente al Real Instituto y Observatorio Astronómico de la Armada Española o el Monumento dedicado al general Pidal de Pedro Estany en la Plaza del Carmen son algunas de las esculturas monumentales de temática militar encontradas en el entramado de la ciudad y que actúan como un elemento urbano más.

Lo interesante es que cada bien patrimonial es una huella temporal y espacial en San Fernando; una huella que, en este caso, viene dada por las instituciones militares que antaño se asentaron en esta población por varios motivos. Así, junto con las arquitecturas militares, tan conocidas por todos, también existen unas esculturas que muestran y que sostienen la historia de la ciudad; sin embargo, en comparación con las primeras están más abandonadas, más despreciadas y más deterioradas. Por ello, son las propias instituciones que tienen en propiedad este patrimonio las que están derribando poco a poco la historia de San Fernando por su pasividad e indiferencia a la hora de ejecutar alguna acción en torno a su gestión y conservación. Todo esto provoca que la necesidad de intervención sea urgente si se quiere mantener el pasado de forma latente para entender el qué somos y el por qué la ciudad es como es.

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