por José Antonio Aparicio Florido
Ldo. en Filosofía y Letras
El 28 de marzo de 2019, el investigador José Andrés Ruiz Pescador publicó en este mismo blog “Patrimonio La Isla” un interesante artículo titulado Cuando Cádiz y San Fernando fueron dos islas separadas, que trataba sobre la Cortadura de Autrán y las marcas geológicas que aún quedan en el terreno entre la Albufereta y el río Arillo. Esto me ha animado a publicar aquí por primera vez, un adelanto de un trabajo más amplio que tengo aún sin publicar, sobre los restos, también visibles, del antiguo fuerte de la Alcantarilla. Pero… ¿qué fuerte de la Alcantarilla? ¿El “fuerte” o el “fortín”? ¿Qué fuerte y de qué año? ¿Es que hubo más de uno?
Sí, hubo más de uno, en realidad, dos exactamente; y del que voy a hablar es del Fuerte de la Alcantarilla barrido por el maremoto del 1 de noviembre de 1755. La referencia de localización que tenemos de él es la aportada por el corregidor de la Isla de León, Juan Nicolás Exea y Mula, que escribió lo siguiente:
“A dos horas apagado el terremoto, por aviso que se me dio de hallarse dos hombres ahogados inmediatos a la alcantarilla con que principiaba el Arrecife que había desde esta Isla a esa ciudad di providencia para que se condujeran aquí, pasé en persona con gente, hice reconocer las playas y salinas de esta jurisdicción y se condujeron y dieron sepultura a 22 cadáveres de ambos sexos, incluso cinco niños, y la violencia del mar arrasó y destrozó enteramente la Casa Estanquillo, ventorrillo y garita de piedra canto, que había en dicha alcantarilla, y el cuartel inmediato, que tenía la tropa que se destacaba en aquella parte, habiendo quedado solos los sitios donde estuvieron hechos los edificios”.
Por tanto, no hay duda de que este “cuartel” estaba cerca del puente de la Alcantarilla en dirección hacia Cádiz. Literalmente dice “en aquella parte”, es decir, hacia Cádiz, no en el camino hacia la barca de Sancti Petri. Y es muy importante destacar también la descripción que hace de su ruina: “habiendo quedado solos los sitios donde estuvieron hechos los edificios”. En definitiva, no quedó piedra sobre piedra. Por tanto, el Fuerte de la Alcantarilla hay que localizarlo entre el puente de la Alcantarilla y Cádiz, “principiando” el camino, esto es, entre la Alcantarilla y la Torre de Hércules, primer tramo de la ruta hacia Cádiz. Lo cierto es que no hay que hacer muchas conjeturas de localización, ya que un mapa cartográfico militar de 1739 lo ubica con bastante precisión (figura 1).
El diseño de este fuerte es bastante claro: tenía una base rectangular bien cimentada dada su proximidad al mar y su construcción sobre una base de arenas blandas superpuesta sobre otra de limo, con un parapeto elevado en dos de sus caras orientado al mar y al SW en forma de “L”, y recorrido interiormente por una casamata cubierta, también en forma angular. La función de este fuerte era proteger el tránsito de pasajeros y mercancías por el camino de Cádiz, cuyo trazado se observa claramente en el mapa, y que se situaba entre el fuerte y la marisma.
El maremoto de 1755 lo arrasó, así como el puente de la Alcantarilla y la garita que había junto a sus pretiles, y que también está reflejado claramente en el mapa, en su banda derecha en dirección hacia el Cerro de los Mártires. El tamaño del fuerte se puede calcular fácilmente si lo comparamos con esta garita de piedra canto, en la que apenas habría espacio para un solo centinela; al fin y al cabo era una garita convencional. El maremoto lo convirtió en una acumulación de escombros y su guarnición pereció ahogada en su integridad, inundando también el camino y, seguramente, generando “cortaduras” de agua o brazos de mar que dificultaron posteriormente la comunicación terrestre entre Cádiz y la Isla.
Aun así, mientras se construía el nuevo arrecife alejado de la costa, esta vía de acceso siguió utilizándose como buenamente se podía, en estado precario, aprovechando la bajamar la mayoría de las veces y cruzando el río arillo sobre los restos del viejo puente de la Alcantarilla o avanzando un poco más hacia adelante, siguiendo la playa, hasta llegar a la altura del pozo de la Alcudia. Además, la continuación de ese camino costero hasta la barca de Sancti Petri también siguió necesariamente en uso y necesitaba protección. Destruido el anterior fuerte, se decidió la construcción de un nuevo fortín, esta vez no sobre la playa sino en un lugar menos vulnerable, entre el camino y las marismas del río Arillo, con similar denominación: “Fortín de la Alcantarilla”. Un mapa cartográfico de 1770 nos muestra la ubicación de esta defensa militar, localizado entre el antiguo puente de la Alcantarilla y la actual playa del Castillo (figura 2), elevado en altura sobre el cordón de dunas y más alejado de la influencia y proximidad de las mareas. Su diseño es diferente al anterior, en forma redondeada, más parecido quizá a la Batería de la Laja de El Puerto de Santa María o la Batería de Urrutia, aunque con dimensiones más reducidas que esta última.
Me consta que la Universidad de Cádiz está desarrollando actualmente una excavación arqueológica en este Fortín de la Alcantarilla, situado junto al campo de tiro de Camposoto, creyendo que se trata del fuerte destruido por el maremoto de 1755, lo cual es un error de interpretación. Este segundo fortín es posterior al maremoto de Cádiz y fue levantado en la segunda mitad del s. XVIII. No pueden ser coetáneos en el tiempo ya que Exea solo habla de un cuartel y no de dos cuarteles, un cuartel que además está situado en la dirección de Cádiz, no de la barca de Sancti Petri.
Se dice que para muestra “un botón”, y la prueba de la existencia del antiguo Fuerte de la Alcantarilla es una fotografía de sus restos, que localicé entre la Albufera y la Cortadura de Autrán (figura 3). Es, en efecto, una acumulación de grandes bloques de piedra con formas claramente angulares y que coinciden con el dibujo expresado en el mapa de la figura 1. Visto de cerca son muros de mampostería que utiliza piedras del entorno, es decir, piedra ostionera sin labra, con técnicas idénticas a las empleadas en la reconstrucción del arrecife de 1731 en la playa de Cortadura.
Por si hubiera dudas sobre su identificación, en las figuras 5, 6 y 7 mostramos un primer plano de estos restos arqueológicos. Los ángulos del edificio son claramente visibles, así como los mampuestos de piedra ostionera unidos con mortero hidráulico. Este nivel de destrucción solo puede explicarse motivado por un evento de muy alta energía compatible con un maremoto y con el efecto de grandes temporales costeros posteriores. Un temporal costero, por muy intenso que pudiera ser, no justifica por sí solo este nivel de destrucción. Solo queda imaginar cómo sería el impacto del oleaje aquel día de Todos los Santos de 1755, que el poeta Ponce Denis Écouchard Lebrun, amigo personal de Jean Racine, ahogado junto a su compañero Plissé Massón en este mismo punto, describió de la siguiente manera:
Vuelve… el mar se abalanza… ¡Para!
¡Míralas, ten cuidado, huye de esas olas en suspensión!
¡De nuevo caen! La tempestad
lo arrastra ante mis ojos angustiados.
¡Divino Racine! ¡Sombra inmortal!
Tu hijo… expira; él te llama.
Volad, Musas, Gracias, Amores,
volad! Su boca os suplica.
¡Tú, Amistad, mi Diosa más querida!,
¡vuela a su rescate!