Hacer contemporáneo un Ayuntamiento del siglo XVIII

21 marzo, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

El director de la rehabilitación de la Casa Consistorial, Francisco Márquez, ofreció un avance sobre el estado de las obras dentro del programa de la Academia de San Romualdo.

Desde el principio dejó claro de la «dificultad a la hora de adaptar a los nuevos tiempos un edificio de esta envergadura e importancia histórica». De ahí que, por ejemplo, hayan surgido imprevistos a lo largo del proceso sobre el estado de conservación de algunos elementos o los problemas de cimentación que han encarecido el coste. «De la fábrica original se han ido sacando espacios y subdivisiones a lo largo de los años que nada tienen que ver con la idea de Torcuato Cayón» afirmó, en referencia a este arquitecto que configuró los planos siguiendo las pautas ilustradas del momento.

Se basa la propuesta de este equipo (Alt-Q) en la recuperación de las cotas de altura originales, suprimiendo los falsos techos y descubriendo paramentos, «conservando todo lo que tiene valor», pero, a la vez, adecuando un edificio que «siempre ha estado en uso y deberá seguir estándolo» con todo el equipamiento estipulado por ley. No solo eso, también incidió en el flujo público que siempre definió su carácter como parte de la Plaza del Rey y en conexión directa con la zona del mercado central a través de galerías para el tránsito ciudadano. Éstas, en la planta baja, compartirán espacio con las áreas de cultura y atención al ciudadano como ya en su momento se anunció. La zona intermedia, por su parte, albergará el salón de plenos y las áreas administrativa e institucional. La última planta estará destinada a los técnicos.

«Es muy complicado compatibilizar el sistema de acondicionamiento con la salvaguarda patrimonial», recalcó. Este problema no se extiende, por ejemplo, al sótano, destinado a albergar la maquinaria del aire acondicionado, control de baja tensión, etc. Sí ha habido que rehacer el proyecto en este nivel por la aparición seis pozos aparte del ya conocido, y que al contrario que éste último -de mareas-, parecen ser para recogida de agua de las cubiertas. Todos ellos -de entre ocho y diez metros de profundidad- se han cegado, lo que unido al micropilotaje -tensores para agarrar los pilares evitando el desplazamiento del hormigón- y otros sistemas de seguridad darán como resultado una cimentación más sólida.

Entre las demoliciones, «todo aquello que no forma parte del proyecto original», dijo, cabe destacar los falsos techos, la montera del patio de la alcaldía y sus muros, las bóvedas intermedias de la planta baja o los tabiques que compartimentaban el atrio trasero. Eso sí, han aparecido nuevos huecos de los que no se tenía constancia. Es el caso de una escalera para llegar a la entreplanta y que en algún momento se suprimió.

Una de las fases más complicadas ha sido la reparación de bóvedas y arcos ya que «tuvimos que adecuar el proyecto a una realidad que, en algunos casos, no esperábamos». Por ejemplo, el número de bóvedas en mal estado, incompatibles con los usos actuales, en «un edificio que, no lo olvidemos, ha sido permanentemente tocado y manipulado… y no siempre para bien». En el salón de plenos se ha conservado la estructura de tirantes metálicos colocado por Amadeo Rodríguez a fines del siglo XIX porque «el edificio se estaba abriendo». «La hemos incorporado al proyecto aunque en principio no estaba previsto», indicó.

El resultado de la intervención, a tenor de las fotografías proyectadas, son bóvedas de arista, de crucería, semiesféricas… en su máximo esplendor, otorgando mayor altura a las dependencias mediante «una obra minuciosa, lenta, donde hay que ensayar mucho», aclaró. Otra de las actuaciones más complejas ha sido, por ejemplo, reparar el forjado y bóveda sobre la sala capitular sin echar abajo el techo isabelino decimonónico. No ha corrido la misma suerte el de la estancia que ocupaba la Biblioteca Lobo, ya que «estaba infestado de termitas, y con las vigas podridas». Eso sí, la capilla que existía al final de la biblioteca, circular, donde durante mucho tiempo se expuso el busto del Almirante Lobo ha sorprendido por sus dimensiones y será sin duda uno de los atractivos del edificio ya restaurado.

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