Cincuenta años surcando los caños

13 julio, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Ldo. en Periodismo y Máster en Patrimonio Histórico-Arqueológico

La Patrona de San Fernando presidió travesías en barco con motivo de las fiestas entre los sesenta y setenta. El club náutico de Gallineras recogió el testigo de esta tradición hace exactamente 25 años.

Sobra especificar que la procesión marítima es desde hace años uno de los principales atractivos de las fiestas del Carmen y de la Sal como manifestación cultural y social de la idiosincrasia isleña además de religiosa. Y en realidad es así en casi todos los pueblos vinculados al mar que celebran este acto heredero de deidades y plegarias de la más remota antigüedad.

Dicha iniciativa se materializó por primera vez en La Isla en la década de los sesenta, concretamente en 1963, cuando una pequeña imagen de la Virgen conocida como la ‘Callejolera’ que hoy preside las peregrinaciones de mayo por los patios de vecinos, fue embarcada para surcar el caño de Sancti Petri. Esta procesión se mantuvo con algunos altibajos hasta 1975, y desde 1964 contó con la imagen patronal en su discurrir por las aguas que bordean la zona este de la Isla de León. No era exactamente como la actual, que llega de Gallineras y vuelve a este puerto pesquero tras la ofrenda de las autoridades en el pantalán de la Magdalena, sino que en aquellos años gozaba de carácter marítimo-terrestre; la virgen era embarcada en el Puente Zuazo y desde allí atravesaba todo el caño hasta Gallineras. Entonces era desembarcada y transportada por marineros -a veces pescadores o salineros- por los barrios de Buen Pastor y Callejuelas hasta llegar a su templo frente a la plaza del General Pidal. Allí las autoridades desfilaban frente al paso antes de entrar.

La procesión era mucho más larga y lustrosa que en la actualidad, llegando a concluir algunos años hacia las 22:00 horas entre cánticos y vítores del pueblo. En realidad estos la acompañaban desde el primer momento, cuando multitud de fieles se veían obligados a renunciar a su deseo de ir junto a la imagen por el caño de Sancti Petri. Solo una veintena de barcos, en su mayoría ocupados por autoridades civiles, militares y eclesiásticas, no podían satisfacer el deseo de quienes la seguían entonces «por los muros de las salinas hasta el Zaporito». Eso sí, disfrutando de una perspectiva desde los caños que en aquel momento era poco conocida y sorprendente por la silueta de las torres de la Iglesia Mayor, el Ayuntamiento y «algunas araucarias» sobre la blancura de las casas.

Entre las figuras protagónicas no podía faltar representación de la comunidad de padres carmelitas y de la Hermandad del Carmen. Tampoco el alcalde ni los delegados de Fomento y Fiestas, o las damas seleccionadas para representar esos años la velada que entonces se celebraba en el parque Almirante Laulhé. La Armada, por la condición de la imagen como Patrona de la Marina, también estaba personificada en el Comandante General del Arsenal de la Carraca, y el estamento más humilde por el presidente de la Cofradía de Pescadores. También formaban parte del cortejo embarcaciones de particulares, y cerrando la comitiva «dos vehículos anfibios y dos balsas a motor tripuladas por hombres-rana».

La travesía marítima fue realzada en el año 1968 por un helicóptero de la Marina de Guerra que siguió a la Virgen por el caño arrojando flores a su paso. Eso sí, todas las crónicas coinciden en que el momento de mayor auge era el transitar de la Virgen por la calle de su nombre, corazón de Las Callejuelas, salpicada de banderas, colchas y guirnaldas, carteles con mensajes religiosos y fotografías de la patrona. Allí podía permanecer en torno a una hora, pues todos los vecinos deseaban disfrutar de su momento frente al pequeño paso que la transportaba desde Gallineras.

En 1971, la procesión solo fue terrestre debido a las obras que se estaban ejecutando en el camino de Gallineras, pero eso no le restó fervor popular. En este caso salió directamente de la Iglesia del Carmen para recorrer las calles Real, Alsedo, San Onofre y Carmen; las más importantes de su barrio.

Solo faltó a su cita en dos ocasiones hasta la última procesión de 1975; en 1969 y en 1974. Aunque se habló del levante como principal causa lo cierto es que la prensa dejaba entrever cierto desacuerdo entre las partes implicadas en su organización, lamentando una falta de entendimiento que impedía incluirla en el programa oficial de actos. De hecho, en 1974, «se nos antoja un brillantísimo caudal de posibilidades que se encuentra diseminado en forma de rompecabezas», decía el director del semanario Mirador de San Fernando.

Sea como fuere, la cita anual con las aguas se suprimió pese a su aceptación popular. Así transcurrieron 15 años.

La Virgen del Carmen de Gallineras en una de sus últimas procesiones.

La Virgen del Carmen de Gallineras en una de sus últimas procesiones.

Recuperando una tradición

Los vecinos de Gallineras tenían una espina clavada. Es lo que se deduce de unas declaraciones de Manuel López, miembro distinguido del Club Náutico al recordar «como, siendo niños, nos escurríamos entre los mayores para poder portar la parihuela de la patrona».

La intención de recuperar este acto religioso se fue cociendo desde finales de los ochenta junto al muelle, entre cuartos de armadores y pescadores, y se cerró en firme con la cesión por parte de José Luis Junquera de una antigua imagen de la Virgen atribuida al escultor vasco José Tomás de Cirartegui y Saralegui, autor documentado del Cristo de la Expiración y el Santo Entierro. Esta imagen, que puede contemplarse en el conocido pub Carmen, fue sustituida al año siguiente por la actual, ya propiedad del Club de Pescadores Isla de León y costeada con las famosas papeletas de peñas y entidades. Su autor, Francisco Cabrera Casanova, se refirió a ella como «una obra de inspiración propia, a excepción del niño, libremente basado en el de la Virgen del Rosario que conservan los miembros de la Orden Tercera de Servitas».

Desde 1996, la Virgen del Carmen de Gallineras recibe culto en la que fuera sede del club y originalmente garita de la Guardia Civil. Para su adecuación se emplearon ladrillos y solería procedentes de un convento jerezano, así como un pequeño retablo de estuco en tonos rojizos adquirido en el mismo anticuario que pertenecía a una iglesia de Sevilla.

Con un modesto patrimonio de orfebrería y su saya bordada, donada por Carmen Sevilla, recorre cada año el caño sobre un barco portado por instancias de la Marina en compañía de los miembros del club, las salineras y, en ocasiones representantes del gobierno municipal y de otros clubes naúticos.

Es el eco de aquella travesía que sus organizadores recuerdan con cariño. Sujeta, al igual que entonces, a la fuerza del levante y de las mareas.

«La Virgen del Carmen navegará por esa cinta azul, que es el caño de Sancti Petri, engarzada de blancas perlas que son los blancos y piramidados montones de sal, para contemplar la ciudad desde estas aguas que son el principio y el fundamento de su origen…»

Responder

Tu dirección de email no será publicada.Los campos señalados* son obligatorios *

Patrimonio La Isla © 2016 - Diseño Jesús Rivero

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies