Entre ‘baches’ y molinos mareales

20 enero, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Julio Molina Font habla de su obra Bares, baches y ultramarinos de Cádiz. Se trata del noveno libro de este gaditano que comenzó su labor investigadora a finales de los noventa con los molinos de marea de la Bahía: el manual de referencia hasta la actualidad.

Julio continúa como referente. Los amantes del patrimonio observarán que toda información existente sobre estos engendros mareomotrices están directamente extraídas del estudio que el autor publicó en el año 2001 con apoyo de la Consejería de Medio Ambiente y la Mancomunidad de Municipios de la Bahía de Cádiz. Una obra que sin lugar a dudas influyó para que algunos de estos molinos acabasen siendo restaurados pero, sobre todo, en el hecho de que los ciudadanos identifiquen entre las marismas las ruinas de los que aún no lo están.

Ciencias y Letras

Sus padres, ambos, eran maestros en el Colegio Campo del Sur, donde él mismo adelantaría varios cursos debido a su facilidad para el aprendizaje. En cuanto al amor por la Historia, la labor de su padre fue determinante porque «narraba la Historia de España y la Historia Sagrada como si de un cuento se tratase». No es de extrañar si se tiene en cuenta que éste se había formado en la famosa escuela del Padre Manjón, en Granada, donde adquirió técnicas muy visuales y novedosas para la época. «Ponía mucho sentimiento», recuerda. Tras aprobar el Bachiller elemental en San Felipe Neri quiso ser perito industrial, pero un cambio de plan, el servicio militar obligatorio y su experiencia profesional en un laboratorio farmacéutico -empezó a trabajar muy joven-, recondujeron sus aptitudes hacia el ámbito de la sanidad. Con su título ya de asistente técnico sanitario aprobó nada menos que tres oposiciones: Sanidad Nacional, Administración Institucional de Sanidad y Asistencia Pública Domiciliaria. Fue esta última la primera con la que logró una plaza, en la Casa de Socorro de Cádiz de la calle Benjumeda. Claro que al llegar las otras dos resoluciones tampoco renunciaría a su toma de posesión en Sevilla. Aquí llegó el primer punto de inflexión.

Incompatibilidades burocráticas entre el plazo para la toma y la recepción de los nombramientos le animaron a licenciarse en Derecho. «Quería adquirir competencias para velar por mis intereses profesionales», aclara. Y todo ello, claro está, mientras continuaba trabajando en la Casa de Socorro y en el laboratorio farmacéutico, de los que más tarde pasaría a la Delegación Provincial de Salud durante los últimos años de carrera. Su último destino, tras opositar a la Administración General de la Junta de Andalucía, fue como asesor del Servicio de Salud Pública compatibilizando ambas vertientes, la legislativa y la sanitaria. Coordinaba, además, el área de ‘epidemiología’, siendo el único epidemiólogo considerado en toda la comunidad autónoma que no tenía el título de Medicina.

Saetines y compuertas

Julio ha vivido siempre en Cádiz, pero no es aquí donde surgió su inquietud por los molinos de marea. Uno de sus antepasados, en la Sierra de Jaén, poseía un molino serrano como al que él mismo acudía, de niño, cuando su padre le mandaba por huevos en los períodos vacacionales. «Eran exquisitos porque las gallinas andaban por allí picoteando el trigo sobrante», recuerda. Había varios, de hecho, a lo largo de aquellos manantiales cuyo agua se reciclaba una y otra vez hasta regar el campo. «Nunca olvidé el ruido del agua al pasar por el saetín, de las ruedas molturadoras, o del sonajero que caía sobre ellas para advertir al molinero de la velocidad a la que giraban». Tampoco el olor a harina, a trigo… todo ello le inspiró, años más tarde, cuando en algunas zonas de Huelva y Portugal comenzaron a preocuparse por este patrimonio olvidado.

Entonces llegó el momento. Archivo Provincial de Cádiz, Archivo Municipal de Puerto Real, de Chiclana, San Fernando… de los ‘asientos’ a los protocolos notariales del XIX y, de estos, a los del XVIII. Cinco años dieron para muchas conclusiones que posteriormente recogió bajo el título Molinos de Marea de la Bahía de Cádiz (siglos XVI-XIX). El el hace un repaso por todos los molinos que existen o han existido en las marismas de la actual mancomunidad, incluyendo semblanza histórica y mecanismo de funcionamiento. Por eso sabemos cómo activaban las compuertas, por dónde entraba el agua, el embalse donde se acumulaba durante la pleamar o el nombre de las piezas que posibilitaban la preparación de la harina. Lo más importante, quizá, fue la presión que esta toma de conciencia ha ejercido para el rescate de algunos ejemplos, como el de Caño Herrera, el de El Puerto de Santa María o el propio Zaporito, así como su pertenencia a la Asociación para la Conservación y el Estudio de los Molinos (ACEM), de carácter nacional y con sede en Cantabria.

Portada del último libro de Molina Font.

Portada del último libro de Julio Molina Font: Baches, Bares y Ultramarinos.

Bares, baches y ultramarinos

Si algo caracteriza a Julio Molina es el rigor con el que trata los documentos, consultados tanto en archivos públicos como en otros particulares. Pero esto no le priva de valorar también las fuentes orales, ya que, aunque contrastadas, «ofrecen interesantes datos a los que de otra forma no podríamos acceder», declara. En esto es todo un experto, por eso considera que «la gente se ha acostumbrado a mis libros costumbristas». Anécdotas, establecimientos señeros, curiosidades familiares… son ingredientes que rebosan obras como la trilogía de La historia pequeña de Cádiz (2009) o La historia pequeña de la Isla de San Fernando (2011), otro de sus títulos más emblemáticos que «contiene todas esas historias sobre San Fernando que si no se escriben, se pierden»Cádiz y el vapor-correo de Filipinas Carlos de Yzaguirre (2002), Protestas de mar ante la Escribanía Marítima de Cádiz (2009) y Crónica negra en el Cádiz de la Posguerra (2014) son otros de los volúmenes sobre historia local que conforman casi la decena de obras publicadas por Julio. Y eso sin contar, claro, con participaciones en otras de carácter coral.

Siguiendo esta línea se presentó, el pasado mes de diciembre, el libro Bares, baches y ultramarinos. Crónica-guía del buen morapio y condumio en el Cádiz de ayer. Un homenaje a todos estos establecimientos de gran acervo popular que partió de un encargo de El Boletín de Cultura y Ocio de la Bahía de Cádiz para salvar la carencia en la capital de una publicación de estas características. Los tabancos de Jerez, las tabernas de El Puerto y los güichis de La Isla ya tenían sus respectivos, en este último caso con el título Güichis, ultramarinos y otras historias cotidianas de La Isla editado por los miembros de El Güichi de Carlos. Los ‘baches’ -como se conocen estos locales en la jerga popular gaditana- estarán desde ahora a disposición de los lectores en «una crónica que aborda todos los que funcionaban a mediados del siglo pasado, y que en muchos casos se remontan a la centuria anterior». Además de bucear en los archivos locales, provinciales, y en los fondos hemerográficos, logró adquirir una guía comercial a proveedores reales de la época. El viaje al pasado gaditano está más que asegurado.

Responder

Tu dirección de email no será publicada.Los campos señalados* son obligatorios *

Patrimonio La Isla © 2016 - Diseño Jesús Rivero

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies