Antonio Linares, un artista del retablo cerámico religioso

13 abril, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

La Isla contará próximamente con una nueva obra firmada por este autor de Villamartín.

Muchos de los azulejos religiosos más apreciados entre los vecinos de La Isla llevan su nombre, especialmente entre los cofrades o muy devotos de las principales imágenes procesionales. El primero de ellos fue el gran retablo de los Afligidos, ubicado junto a la parroquia del Santo Cristo con motivo del 50 aniversario de la fundación de la hermandad. Corría el año 1989 y Antonio Linares aún no era conocido en la ciudad. Hoy cuenta con varias decenas de trabajos repartidos entre calles y casas particulares, los últimos de los cuales plasman a la Virgen de los Dolores de la Hermandad del Nazareno (Maestro Portela) y Santa Elena, en Sánchez Cerquero.

Y lo denomina ‘retablo cerámico’ porque así es como se lo enseñaron en Sevilla cuando aprendió esta técnica artística. «Es cierto que en la zona de Cádiz suelen referirse a ellos como mosaicos, pero en realidad estos están realizados en base a pequeñas teselas», aclara. Quién iba a decirle lo apreciados que serían los que llevasen su firma a finales de los setenta, cursando aún la carrera de Derecho en la capital hispalense. «Comencé apuntándome a cursos independientes en la Escuela de Estudios Artísticos y Artes Aplicadas: primero encaje de bolillos, luego esmalte sobre metal… cuando probé con el de cerámica supe que era lo mío». Así nació una vocación que tras cinco años de estudio concluyó con la recuperación de esta tradición en Villamartín, ciudad de cuya escuela municipal se encarga.

Es la docencia aquello en lo que ocupa la mayor parte de su tiempo, compatibilizándola, eso sí, con encargos puntuales. Recientemente, por ejemplo, trabajó el zócalo de la Casa Consistorial y, en cuanto a los retablos, «suelo hacer uno o dos al mes». Quizá eso le permite invertir un grado de dedicación que los cofrades isleños valoran desde que descubrieron aquel primer retablo de los Estudiantes. Recuerda cómo «algunos hermanos hicieron el encargo tras ver el azulejo existente en el Santuario de la Virgen de las Montañas», algo que marcó el principio de una excelente relación. Otros de los trabajos que recuerda con más cariño son los dedicados a los titulares del Huerto, en la fachada de la Pastora, o el que realizó con motivo del nombramiento del Nazareno como regidor perpetuo, situado en Maestro Portela.

Entre uno -el primero- y otros, los más recientes, confiesa haberse mantenido fiel a la técnica ‘antigua’, esto es, óxidos metálicos sobre esmalte crudo. Considera que el resultado es más artesanal porque se resalta la pincelada, sin embargo advierte de su complejidad respecto a los que se realizan sobre esmalte cocido, «al ser absorbente casi no admite rectificación, algo parecido a lo que ocurre con la acuarela». Este método le ha servido para plasmar muchas de las imágenes más veneradas de San Fernando, «creo que el Nazareno es la más solicitada de momento, aunque muchos están en casas particulares». Curiosamente, «nunca me han encargado un retablo de la Virgen del Carmen, ni tampoco de la Pastora». Curioso porque la primera, como Patrona, es una de las devociones más arraigadas, mientras que la segunda ampara nada menos que al barrio cofrade por antonomasia, siendo la imagen más repetida por medio de esta técnica artística.

Al preguntarle por la nota media que otorgaría al patrimonio cerámico cofrade en La Isla declara que «no puntúo obras de otros, es algo que deben hacer los propios artistas». Sin embargo reconoce trabajar con compañeros entre los que destacan profesionales «muy cualificados». «No quiero dar nombres, seguro que me dejo alguno», explica, aunque cita a Israel Jiménez, de Cádiz, quien hace poco realizó un azulejo del Patrón para La Isla. Resalta asimismo la importancia de desempeñar este oficio con profesionalidad porque «embellece mucho la ciudad, eso sí, siempre que sea algo con calidad… yo abogaría por un mayor control, el mismo que se aplica a la imaginería expuesta en las iglesias».

Para terminar revela una de sus manías. «Siempre me centro en demasía sobre algún del retablo ajeno al motivo principal», explica, por lo que invita a los curiosos a observar con detenimiento las obras hasta ahora realizadas para las calles de La Isla. «En el caso de Afligidos fueron las transparencias del pañuelo de la Virgen, en el de las Mercedes de la plaza de San José, el jilguero como icono pasionista». El resto lo deja en manos de los ciudadanos, quienes verdaderamente deben poner nota a su trabajo.

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