por Alejandro Díaz Pinto

La alcaldesa de París ha escrito el texto que encabezará el próximo libro de la Dra. María Elena Martínez. La investigadora isleña propone la colocación de una placa en la vivienda del barrio donde Hidalgo nació.

La raíces tiran, incluso en los políticos de renombre internacional. Por eso la alcaldesa de París, enamorada de su tierra, no ha podido rechazar el ofrecimiento de María Elena para encabezar lo que más que una reedición constituye una nueva obra a partir de la original El Zaporito, su nombre, su origen y su historia publicada en 1992.

La razón estriba en el hecho de ser «una persona contemporánea, nacida en el barrio y que ha alcanzado una relevancia mundial», explica Martínez convencida de que no siempre hay que buscar estas características en el pasado, en personajes históricos que ya no están entre nosotros. Recuerda en este sentido que la alcaldesa de París presume de su origen allá por donde va, siendo común ver fotografías y vídeos tomados en su despacho con un cuadro del Zaporito de fondo que en su momento le obsequió la alcaldesa de esta ciudad, Patricia Cavada.

La propia María Elena pudo palpar de primera mano este amor que profesa hacia su tierra durante la visita de la regidora parisina al molino hace dos veranos. «Me confesó que tenía el primer libro, que lo había leído de principio a fin», recuerda, y además «me tomó del brazo para mostrarme la casa donde nació». Este edificio es, casualmente, el mismo donde residieron los últimos propietarios de la carpintería del ribera, antepasados de la autora. «Me di cuenta de que, a su manera, también ‘vive’ el Zaporito».

De ahí que cuando comenzó a dar forma al libro El Zaporito. 300 años de historia, fuese ella la primera en quien pensó. Tanto la ex-senadora María Jesús Castro como la ex-concejala Ana Lorenzo, muy cercanas a la familia de Hidalgo, hicieron de enlace para que este propósito acabase materializándose. «De corazón, les doy las gracias, tanto a ellas, como a la alcaldesa Patricia Cavada por la predisposición que en todo momento manifestó durante nuestro encuentro». Fue entonces cuando comentaron la posibilidad de colocar una placa de mármol en la fachada de la casa. «No solo por ella, que lo merece, sino también por nosotros… debemos sentirnos orgullosos y darle su sitio». Se da la circunstancia, además, de que junto al molino y el antiguo establecimiento del astillero, éste es el único edificio que mantiene la esencia genuina de la plaza. «Un poco de mantenimiento y la placa contribuirían enormemente al realce de este rincón», indica. Por si estas razones no fuesen suficientes recuerda que «casi todas las placas de San Fernando conmemoran a hombres, por lo que también se daría un paso en el aspecto puramente social».

La autora define el gesto de Hidalgo como «un honor». Teniendo en cuenta lo que dan de sí 300 años de historia, María Elena, que se centra tanto en el aspecto cotidiano como en los personajes más destacados del barrio, está satisfecha con la oportunidad de que uno de ellos prologue esta obra que le gustaría presentar a principios de otoño. «Es la guinda a un trabajo con varias décadas de esfuerzo e ilusión».