por Alejandro Díaz Pinto

La Tertulia Literaria Rayuela se afianza como entidad cultural en San Fernando e incorpora nuevas actividades a su calendario. La última de ellas, una visita cultural al puente y cementerio de La Casería en compañía de Miguel Ángel López Moreno.

No son ingleses, sino franceses, quienes yacen entre los muros de piedra ostionera que apenas se mantienen junto la playa. Y continúan allí, como explicó López Moreno, «no he tenido constancia del traslado de ningún resto humano durante mis años de investigación». Y han sido bastantes, pues a los invertidos en La Heredad de Fabrique, que abarca toda la franja de costa comprendida entre las antiguas caserías de Fadricas e Infante, los polvorines y Punta Cantera, se sumaron el año pasado los relativos al cementerio sin nombre sobre el que este lunes hacía varias aclaraciones.

Se habló de su origen, primera década del siglo XIX; también de su función, dar sepultura a los soldados apresados tras las batallas de la Poza de Santa Isabel y Bailén y, posteriormente, fallecidos en los pontones -cárceles flotantes- y en el nuevo Hospital de San Carlos; de sus características arquitectónicas, con una portada neoegipcia que recuerda a las aspiraciones ultraterrenales de aquella cultura; y también de los millares de soldados con nombre y apellido que el propio Miguel Ángel se ocupó de documentar. Todo ello recogido en su más reciente publicación, Un camposanto sin epitafios.

Le acompañaron en todo momento los miembros de la Tertulia Literaria Rayuela, con Carmen Orcero y Leonor Montañés a la cabeza. La primera se hizo cargo de presentar al guía sintetizando su carrera investigadora de forma precisa, la segunda, por su parte, se encargó de los trámites necesarios para que la visita fuese posible de forma legal dado que los terrenos donde se encuentran tanto el puente como el cementerio pertenecen al Ministerio de Defensa.

No menos interesantes fueron las aportaciones de algunos asistentes, vecinos de la zona, que recordaban cómo «hace años veíamos huesos en la superficie, los niños usaban las calaveras para jugar al fútbol». Otros recordaban «los diez nichos que cubrían el muro del fondo, aunque ya vacíos y muy deteriorados». Son elementos de los que solo quedan testimonios orales, tal como ocurre con la lápida que en su día presidió la portada y «según parece, tenía una inscripción en latín», explicó el investigador.

La visita continuó con otro enclave más desconocido que el anterior. Se trata del Puente de Ureña, llamado así en recuerdo del III Marqués de Ureña, Gaspar de Molina y Zaldívar. Este puente, integrado en la nueva población militar, «nunca llegó a cumplir su misión», es decir, salvar el caño que permitiría que los barcos llegaran al caño de Sacti Petri sin tener que rodear el Arsenal de la Carraca. La figura que le da nombre fue un verdadero ilustrado de La Isla del XVIII, se encargó de dirigir las obras de la nueva Población Naval de San Carlos y salió airoso del ‘enfrentamiento’ con Vicente Tofiño cuando ambos presentaron sus respectivos proyectos para el edificio del Real Observatorio de la Armada.

De todo ello dio cuenta la Dra. María Elena Martínez, presente durante la visita, y ampliamente conocedora del Marqués debido a su vinculación con su objeto de estudio: El Zaporito. «Gaspar de Molina y Zaldívar fue propietario del Zaporito e hizo obras de mejora en su muelle y molino», indicó, «sabía de música, arquitectura, artes plásticas y hablaba varios idiomas, entre otras virtudes». Según la investigadora, dichos conocimientos fueron en gran medida adquiridos a lo largo de sus muchos viajes por Europa y es por eso que al volver a la tierra consideró tener el ‘currículum’ suficiente para hacerse cargo de obras de envergadura como las que entonces se llevaban a cabo en la Real Isla de León.

Miguel Ángel López frente al Cementerio de los Franceses.

Rayuela: Literatura y Patrimonio

Es una de las tertulias literarias más activas de La Isla junto con la veterana ‘Río Arillo’. Se reúnen cada lunes para tratar diferentes temas, poner en común lecturas periódicas y opinar de sus propias creaciones. Una de sus iniciativas estrella es precisamente ‘Islacultura’, definido por sus propios integrantes como «un escaparate donde todo aquel que en la Isla produzca arte demuestra lo mejor que sabe hacer». Este año, si no hay imprevistos, tendrá lugar su tercera edición en el Centro de Visitantes del Parque Natural.

Recientemente se reunieron en el Molino del Zaporito con  los miembros de la Fundación Caballero Bonald, de Jerez de la Frontera, tejiendo una red de colaboraciones que presumiblemente continuará con una visita de la entidad a la localidad vecina. Adelaida Bordés, miembro de la Academia de San Romualdo, Río Arillo y la propia Rayuela, ofreció una ponencia sobre el arte de los códices medievales y, en breve, participará junto a sus compañeros en un homenaje a Camarón de la Isla que funde literatura y flamenco.

En relación a la última experiencia cultural, dice Montañés que «a la vista está que la gente responde cuando se proponen actividades intersantes», es más «ya nos preguntan cuando será la siguiente y, a ser posible, volveremos al puente acompañados por el historiador Juan Torrejón». Como ya indicó López Moreno durante la jornada, es el mayor conocedor de la historia de San Carlos. Por otra parte declara que «sería interesante hacer una ruta desde Fadricas hasta La Casería cogiendo por la carretera que se hizo para transportar material peligroso sin pasar por el centro… veríamos los restos del Lazareto de Infante y algunas de las huertas que quedan en la zona».

«Ha sido una forma diferente y gráfica de conocer el pasado de nuestra ciudad», concluye Carmen Orcero, historiadora, novelista y presidenta de Rayuela.

Carmen Orcero presenta a María Elena Martínez sobre el Puente de Ureña.