La Sanidad en la Bahía del XVIII: El compromiso de García-Cubillana con el Tricentenario del traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación

1 noviembre, 2016

por Alejandro Díaz Pinto

El Coronel Médico prepara una conferencia sobre la asistencia médica de la Armada durante la centuria en que se produjo este acontecimiento. Los últimos años de Francisco de Miranda en La Carraca y el hospital existente hasta 1821 en dicho Arsenal centran sus actuales líneas de investigación.

El Tricentenario del Traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación del Consulado de Indias no es una efemérides cualquiera. Supuso la consolidación de esta ciudad como ‘puerta de las Américas’. Y es por eso que muchos colectivos, entidades y estudiosos particulares de la historia local/provincial se han prestado a poner su grano de arena para engrandecerla aún más si cabe, dentro de sus respectivos ámbitos de conocimiento.

Es el caso del isleño Juan Manuel García-Cubillana, Coronel Médico y Doctor en Medicina y Cirujía. Académico de San Romualdo desde 2010, ha centrado su labor investigadora en la historia de los hospitales de la zona. Firmó el libro El antiguo Hospital de San Carlos (1809-1981) y la ciudad de San Fernando, editado por Publicaciones del Sur en 2007, y continuó con El Hospital de San José (1767-1956) en la Isla de León, publicado cuatro años después por esta misma casa.

Ambos gozaron de una gran repercusión al abordar la historia de edificios que pese a su importancia no contaban aun con una monografía independiente, y que en este caso abarcan no solo cuestiones histórico-artísticas sino también internas, relacionadas con la medicina, métodos de curación, el día a día de los enfermos y todo lo concerniente a «una ciencia que permaneció estancada durante muchísimos siglos», explica Cubillana a Patrimonio La Isla.

Su labor prosiguió -y prosigue- con el Real Hospital de la Armada en la Carraca, activo hasta 1821 y «cuyo antecedente directo fue, por cierto, otro provisional existente en el ‘Manchón de las Anclas’ -actual Barriada Bazán- entre 1752 y 1755». Explica que este hospital, el de La Carraca, «fue reducido a ‘hospital de sangre’ durante la ocupación francesa», es decir, «lo que en el argot sanitario actual denominaríamos ‘ROLE 1’ para atención básica previa al traslado a otro centro con mayores medios».

La Carraca contó con su propio hospital entre 1756 y 1821. Detalle de la Puerta del Mar.

La Carraca contó con su propio hospital entre 1756 y 1821. Detalle de la Puerta del Mar.

Encargo para el Tricentenario

Esta línea investigadora propició que Manuel Bustos, Catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Cádiz, le propusiese preparar una conferencia sobre la Sanidad en la Armada en la Bahía de Cádiz durante el siglo XVIII. «Son San Fernando y Cádiz las ciudades más beneficiadas», adelanta. Además del Hospital de la Carraca, hubo muchos otros en activo a lo largo de esta centuria. «Es caso de San Juan de Letrán en El Puerto de Santa María y, por supuesto, el Hospital Real de Cádiz». A ellos -explica Cubillana- se unen los provisionales de Las Anclas, de Infantes -en Fadricas- y dos pertenecientes a la Iglesia: San Juan de Dios (Cádiz) y San José, en la Isla de León. El Hospital de San Carlos, por su parte, no entrará en funcionamiento hasta la primera década del siglo XIX.

Si en algo hace hincapié el investigador, es el nivel de los profesionales respecto a sus compañeros del resto de Europa. «Los médicos de Cádiz innovaron la farmacopea, se caracterizaban por practicar las técnicas quirúrgicas más modernas del Continente», indica, a la vez que añade algunas curiosidades sobre cómo los asentistas depositaban en las boticas las materias primas con las que, posteriormente, se prepararían los compuestos en el hospital. Estos ungüentos solían recibir el nombre del primero en aplicarlos, de ahí que la mayoría estuviesen bautizados desde la Antigüedad: «la Medicina había avanzado muy poco, no daría el salto definitivo hasta mediados del siglo XIX», aclara.

Por ejemplo, el láudano de Sydenham -con opio, azafrán, canela y vino de Málaga- se siguió empleando hasta la aparición del éter como anestésico en 1842, explica Cubillana. «Otra fórmula muy aplicada era la ‘esponja soporífera’, un compuesto a base de opio, beleño y mandrágora». Aunque una de las principales dificultades para el estudio de estas técnicas es la propia jerga utilizada y que «a menudo despista». «Es el caso de la ‘quina’ -para casos de malaria, diarrea, fiebre amarilla…- a la que se refieren como ‘cascarilla’ en los archivos de San Juan de Dios».

No obstante y con motivo de la efemérides, será protagonista el contexto que rodeó al traslado de la Casa de la Contratación en la segunda década del siglo XVIII. «Ese mismo año (1717) el arquitecto Ignacio de Salas estaba ya iniciando la construcción del Arsenal de La Carraca. Los muelles no entrarían en funcionamiento hasta 1723». Para ello se nutre de fuentes primarias, por supuesto, desde el Archivo Histórico Provincial hasta el del Hospital de San Juan de Dios, pasando por el Museo Naval de Madrid, la cartografía de Simancas, el Archivo de la Marina en el Viso del Marqués o el Histórico Nacional -con la inestimable ayuda de sus doctorandos-.

Francisco de Miranda

Juan Manuel García-Cubillana fue uno de los pilares en la configuración del las jornadas que la Academia de San Romualdo dedicó en junio al precursor de la emancipación americana, con motivo de su bicentenario.

Entonces disertó en torno a su enfermedad y muerte desde la perspectiva científica. No solo centrándose en sus características físicas, sino también en el contexto espacio-temporal, en el concepto de la sanidad en el antiguo hospital de La Carraca -su principal línea de investigación- o en los 540 fallecidos en 1800, con motivo de un brote de fiebre amarilla. Aunque se prevé una publicación conmemorativa, reconoce que «hay muchos legajos sin indizar en el Archivo General de Marina ‘Don Álvaro de Bazán’ (Viso del Marqués)» y que tanto él, como Juan Torrejón -gran conocedor de esta figura- no han dado aún con informes de sus jefes o su hoja de servicio durante el cautiverio.

«El tema de Miranda en La Carraca no está, ni mucho menos, resuelto».

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