La marea de la memoria histórica llega a La Isla

9 septiembre, 2016

por Vanessa Perondi

“¡Otra película de la Guerra Civil!”… No sé cuántas veces he tenido que escuchar esta manida frase y, a medida que pasan los años, más agradezco que la cinematografía española se haya dedicado a recoger, retratar y descubrir, en la mayoría de los casos, este período tan negro a la par que desconocido de nuestra historia.

El cine, como medio de comunicación de masas pero, por supuesto, la literatura y la historia -no toda- de donde ha bebido el séptimo arte. Un triángulo que nos ha traído personajes-personas como los maestros republicanos Don Gregorio en La lengua de las mariposas o Ricardo, el profesor encerrado durante años en un armario de Los girasoles ciegos; la lucha de las mujeres en Libertarias o la represión franquista sobre ellas, con Pepita y Hortensia, de La voz dormida como magníficos ejemplos, el entusiasmo por la llegada de la República en Belle époque o su caída y el triunfo de los golpistas en la cotidianidad de Las bicicletas son para el verano. Y así… muchas que se detienen en este momento de la historia que se prolongó durante cuarenta años.

Y ochenta años después del golpe de Estado -tan importante el lenguaje- aún tenemos que seguir hablando de RECUPERAR la memoria histórica, de llamar a las cosas por su nombre, de desterrar terminología como alzamiento nacional o tropas nacionales -cuando conculcaron un sistema democráticamente elegido por el pueblo y se apropiaron de lo español, aun con la participación de alemanes e italianos-, de conocer episodios como los campos de concentración, los esclavos del Régimen, las torturas a las mujeres o el drama para nuestro país del exilio de cientos de miles de personas. Y, por supuesto, de recuperar a todos aquellos que aún siguen en las cunetas de España: el segundo país del mundo, después de Camboya, con el mayor número de desaparecidos. Se lo debemos a sus familias y a nosotros mismos para cerrar de verdad las heridas y vivir en una auténtica democracia.

Por eso, que la marea de la memoria haya llegado a San Fernando es una gran noticia después de años de lucha en el desierto capitaneada por el Ateneo Republicano de La Isla, por un lado, y por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de San Fernando (Amere) por otro, fusionadas hoy en un misma organización, Ateneo Republicano y Memorialista de La Isla (ARMI).

Y vivimos en La Isla tiempos importantes: qué duda cabe que para algunos familiares, este momento llega tarde pero, no obstante, es para estar animados con el nacimiento en menos de un año de una nueva Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática de San Fernando, cuyo fin principal es la exhumación de los restos de las personas asesinadas por la represión franquista y la recuperación de su memoria y dignificación. Más de 200 personas que podrían estar en la fosa común de nuestro cementerio.

Momentos de esperanza cuando, en diez días, la campaña de micromecenazgo puesta en marcha por ARMI para reeditar la obra de José Casado, Trigo Tronzado, alcanzó la cantidad económica necesaria para que este pequeño gran trabajo de Casado en el que recogió los nombres y apellidos de los isleños que fueron fusilados en los primeros momentos del terror caliente, vea otra vez la luz en el mercado.

Momentos de compromiso cuando el Pleno municipal del Ayuntamiento de San Fernando -con la abstención del PA y el voto en contra del PP- aprobó el pasado mes de enero la retirada del monumento ecuestre del General Varela. Actuación que seguimos esperando y que no debe justificarse en una actuación urbanística y sí en términos de justicia social. Y es que, frente la polémica, recuerdo siempre el argumento de ARMI: los espacios públicos deben ser espacios de encuentro de toda la ciudadanía, espacios consagrados a la convivencia y a los valores compartidos por unos y por otros, sean de derechas o de izquierdas, de una u otra opción política. Los valores de la Igualdad, de la Fraternidad y de la Democracia.

Por eso, espacios como la Plaza del Rey deberían estar dedicados a referentes e ideas que todos los isleños podamos compartir: nuestros astilleros, nuestras salinas, nuestras Cortes. Como bien aclara ARMI, la presencia del General Varela sólo sirve para consagrar unas ideas, una época que choca contra la democracia, porque no es lo mismo que una plaza esté dedicada a un militar, que a un diputado o a un médico… La simbología no es neutral y por esa razón la pusieron allí.

El entusiasmo, en todo caso, no debe hacernos olvidar que este país y este municipio llevan nueve años incumpliendo la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida como Ley de Memoria Histórica, con ejemplos como el de la estatua pero además con todo un callejero dedicado a ensalzar un régimen dictatorial.

Y no queda más que seguir y no flaquear frente a las críticas. Y educación, más educación. Es ahí donde las administraciones públicas tienen todo que decir: para que las nuevas generaciones no solo conozcan del Golpe, la Guerra y las atrocidades del Régimen, sino para que miren a nuestra República y sepan que durante el primer bienio de la misma se construyeron o habilitaron en este país 10.000 escuelas públicas, o que la Constitución de 1931 proclamó el voto femenino. Esa era la democracia contra la que “se alzaron” y destruyeron.

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