El Diez, tema preferido por los historiadores de San Fernando

13 diciembre, 2016

por Alejandro Díaz Pinto

La filóloga María Elena Martínez resumió su exhaustiva investigación sobre los libros relativos a la historia de La Isla en el Centro de Congresos. Los arquitectos Diego Cano y Juan Antonio P. Beltrán culminaron este equipo de la Academia de San Romualdo coordinado por el historiador Juan Torrejón.

Si algo quedó claro a los presentes fue la predilección de los historiadores e investigadores locales por los acontecimientos ocurridos a raíz de la Guerra de la Independencia y la Constitución del Doce. «Lo ponen de relieve los más de 60 títulos recopilados durante este trabajo de campo», explicaba Elena Martínez. Los demás temas corresponden, por orden de preferencia, al patrimonio conservado o desaparecido (36 obras), a historias de familias y biografías (17 obras), al ejército y sus fortificaciones y, como no podía ser de otra manera, a la Semana Santa de San Fernando.

La autora de El Zaporito, su origen, su nombre y su historia comenzó citando a los clásicos ya que «todos los que nos dedicamos a esto hemos recurrido a ellos en alguna ocasión». Mencionó el Plinii Secundi natura historiarum (1499), el Theatrum Orbibus, de A. Ortelius (1579), Grandezas y antigüedades de la Isla y Ciudad de Cádiz (1610) o Historia de Plutarco (1624), muchos de ellos presentes en la biblioteca del Real Observatorio sobre cuyos fondos humanísticos realizó Martía Elena su propia tesis doctoral. Pronto pasó al siglo XIX, donde señaló un pico importante durante la primera década de esta centuria. El mismo fue fruto de la trascendencia bélica y política del momento, por lo que un 84% de los trabajos publicados corresponden a dicho período, sin embargo «hay décadas en las que aún no hemos encontrado nada». Culminó su intervención con el siglo XX, ya que «la mayor parte de la bibliografía sobre San Fernando fue editada partir de los años ochenta, gracias a la implicación de las instituciones públicas y a la autoedición».

Se trata, como la conferenciante señaló, de un trabajo en continuo crecimiento. De momento ha consultado bibliotecas y archivos; locales, provinciales y nacionales; tanto físicos como digitales. El Archivo Central Militar, el Histórico Nacional, el del Ministerio de Cultura o Dialnet, además del Histórico Provincial y el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, «muy colaboradores desde el primer momento» son algunos de los que salieron a colación. Y también sirvieron de preámbulo a la siguiente parte de la conferencia que abordaría la Planimetría Histórica.

Algunos de los trabajos de investigación que existen sobre el Patrimonio de San Fernando.

Algunos de los trabajos de investigación que existen sobre el Patrimonio de San Fernando.

Planimetría Histórica

No pudo estar presente José María Cano como estaba previsto, pero sí los profesionales Diego Cano y Juan Antonio P. Beltrán, antecedidos por Juan Torrejón para poner de relieve el trabajo de investigación llevado a cabo por este equipo de trabajo. «Hay un antes y un después con el mapa de Fray Gerónimo (Emporio del Orbe, 1690), aunque este se basa en planos anteriores», adelantó. Esto se debe, fundamentalmente, a que es la primera vez donde se reflejan los caseríos de gaditanos pudientes más allá del Puente Suazo y el Castillo -lo único importante hasta ese momento-. Señaló además que «estas fincas no solo eran de recreo como tradicionalmente se viene afirmando, sino también de producción agrícola». No olvidó citar el «primer gran plano» firmado por Espinosa de los Monteros, y recalcó que «la planimetría histórica refleja lo que fue, pero también lo que es y lo que puede llegar a ser un territorio». Algo que deriva de su capacidad para representar más allá de la realidad existente, explicó el historiador.

Además, «hemos descubierto muchos detalles que hasta ahora pasaban desapercibidos» recalcó antes de ceder la palabra a Juan Antonio P. Beltrán, que se sirvió de planos de distintas épocas para partir de la idea de San Fernando como «ciudad lineal» por «apoyarse sobre un camino existente». Siempre gozó de una transversalidad inmediata con la naturaleza, con la posibilidad de observar Chiclana de la Frontera o las marismas desde prácticamente cualquier punto. También, de dos sectores bien diferenciados, el Oeste -más rico- y el Este, con tierras fangosas y aprovechadas para el laboreo. «Esta linealidad se pierde con los nuevos planes de ordenación -o desordenación- urbana», indicó, ya que sobre todo durante el Desarrollismo o tardo-franquismo, «empezamos a renunciar justo lo que ciudades de muchas partes del mundo buscan en este momento».

Diego Cano cambió de tercio para indicar que «es a partir del siglo XVIII cuando comenzamos a encontrar planimetría centrada en La Isla, gracias al traslado del Departamento Marítimo y a la construcción de la Población de San Carlos». «Es entonces cuando comienza, no solo a reflejarse, sino también a promoverse y divulgarse nuestro territorio». También comenzaba a haber estudios de cotas marinas, tanto españoles como ingleses y franceses, ya que «les interesaba saber cómo podían entrar en la Bahía». El XIX trajo consigo un mayor grado de ‘cientifismo’ y el XX «planos más urbanos… acercándose a lo que conocemos hoy». Planos, estos últimos, que reflejan un crecimiento poco controlado que «debe racionalizarse pese a intereses particulares», de lo contrario «perderemos nuestra identidad».

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