Doce años enseñando el Panteón

11 agosto, 2017

por Alejandro Díaz Pinto

Ldo. en Periodismo y Máster en Patrimonio Histórico-Arqueológico

Sergio Torrecilla manifiesta su satisfacción con una labor que le ha hecho enamorarse de la historia de la Marina. Más allá de su faceta cómica se considera un romántico: «No me siento del mundo que me ha tocado vivir».

A Sergio le apasiona la historia universal y todo lo que tenga que ver con la de su ciudad y entorno más próximo. Por eso, aunque lleve años sin gozar de un fin de semana completo, acude a los coloquios, conferencias y presentaciones de libros que su agenda le permite.

Al poco de iniciar la entrevista nos muestra el que lleva en el bolso, uno de la novelista ucraniano-francesa Irène Némirovsky que fue víctima de las leyes antisemitas promulgadas en 1940 por el gobierno de Vichy. Bastan un par de minutos para darse cuenta de que Sergio esconde mucho tras el personaje socarrón con el que se ríen —y aprenden— los visitantes del Panteón de Marinos ilustres donde trabaja desde hace 12 años. Y es que en efecto, es aquello por lo que más se le conoce en San Fernando; por dar más valor si cabe con su discurso a uno de los elementos patrimoniales clave del entramado urbano.

Sergio se licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Cádiz, en 1999, pero sus estudios no quedaron ahí. Además es técnico superior en Animación Sociocultural porque «la educación universitaria es muy valiosa, pero para mí insuficiente». Tenía clara su pasión por la Historia, pero también la necesidad de adquirir herramientas de dinamización que, aunque aplicables al sector turístico, no ven en éste su principal objetivo. «El animador sociocultural es aquel que, fiel a su vocación social, usa la cultura como medio para transformar la realidad que le rodea», concreta.

Aunque había sido entrenador de balonmano con 15 años y trabajado puntualmente en centros escolares, durante la carrera, no fue hasta 2002 cuando vivió su primera experiencia profesional de envergadura, la que «me marcó». Se marchó de La Isla con 25.000 pesetas en el bolsillo —los ahorros de toda su vida— dirección a Madrid; «iba a la aventura pero convencido de que encontraría trabajo, por precario que fuese». La oportunidad se presentó en el mismo autobús, cuando su compañera de asiento le puso en contacto con la Fundación Horizontes Abiertos tras una animosa conversación. Durante los dos años siguientes permaneció en la capital, como monitor de actividades en un piso de acogida para presos que habían cumplido un tercio de su condena.

Gracias a esta experiencia, reconoce que se deshizo de muchos prejuicios. «Conocí gente no muy distinta de la que me encontraba cada día en la cola de la panadería… las razones por las que están allí son, en muchos casos, circunstanciales», indica. Recuerda con especial cariño a Luisa Fernanda, una colombiana a la que pillaron llevando droga a España. «Entendía el narcotráfico como una forma de vida; según ella no hacía nada malo porque no obligaba a nadie a consumir». Lo más emocionante es que años después se reencontraron en Cádiz, por casualidad. Tras cumplir condena decidió trasladarse aquí por el entusiasmo con el que el propio Sergio le hablaba de su tierra.

Es esta la razón que le llevó a volver en 2004. Nunca se adaptó del todo a Madrid y añoraba Cádiz, a la que describe como «ni mejor, ni peor», simplemente «se ajusta más a lo que yo entiendo por calidad de vida».

Sergio invita al grupo a pasar al Panteón para comenzar la visita.

Sergio invita al grupo a pasar al Panteón para comenzar la visita.

La ‘cara’ del Panteón de Marinos Ilustres

Desde marzo de 2005 trabaja en el Panteón. De hecho es muy apreciado por quienes cada año visitan este cementerio originalmente planificado como iglesia parroquial de la Población de San Carlos. Sergio Torrecilla es al Panteón lo que Cristina Pita al Real Observatorio, civiles que con su profesionalidad han sabido transmitir al público la importancia del patrimonio histórico militar, y que a partir de nociones generales adquiridas durante su carrera, han logrado estructurar un discurso riguroso y didáctico con el que las horas se convierten en minutos. Sergio reconoce que «el hecho de que las dos primeras semanas no hubiese visitas me dio cierto margen para profundizar en la historia del edificio, aunque también conté con la ayuda del investigador Juan Antonio Vijande».

Hoy, 12 años después, afirma que «cada día me siento más cercano a la institución desde el punto de vista sentimental». Destaca lo apasionante de la historia de la Armada Española, especialmente durante los siglos XVIII y XIX por abarcar hitos domo el fin del Antiguo Régimen, pero también la gran oportunidad que supone mostrarla desde la singularidad de este edificio que «es único en el mundo». En todo este tiempo, además, ha adquirido competencias para adaptarse a las necesidades de cada grupo según la edad, el nivel académico o las pretensiones porque «no es lo mismo ir para echar el rato que profundizar en un aspecto concreto». No hay duda de que el esfuerzo ha dado sus frutos porque las visitas siguen in crescendo y «he llegado a dar cuatro seguidas, de hora y media cada una».

Que el Panteón impresiona, nadie lo pondrá en duda. Pero es interesante saber que lo que más llama la atención de los visitantes es la nava del cenotafio, esa especie de estanque con agua de los cinco océanos para recordar a los marinos que yacen en sus profundidades. Algo que genera «sorpresa» al atravesar el altar mayor y, al mismo tiempo, «mucha emotividad». En el plano personal destaca Sergio el monumento a las clases de Marinería y Tropa firmado por Gabriel Borrás «con el Ángel de la Fe, en bronce, con la mano diestra puesta sobre el pecho y levantando con la otra la bandera nacional» según declaraciones casi centenarias del propio escultor. Bajo el primitivo emplazamiento de este conjunto, frente al altar mayor, continúa la cripta con 33 héroes anónimos que pronto dejarán de serlo gracias a una placa conmemorativa. «Están perfectamente identificados, e incluso hay familiares que vienen a visitarlos», explica.

En uno de los mausoleos de la nave de la izquierda, durante la explicación.

En uno de los mausoleos de la nave de la izquierda, durante la explicación.

Con ‘De Ida y Vuelta Animación’

Sergio es, además, uno de los integrantes de la compañía ‘De Ida y Vuelta’ junto a las hermanas Ana y Paula del Corral o el isleño Monchi Cruz, entre otros profesionales de la Historia y de las Artes Escénicas que se encargan de acercar al pueblo el patrimonio de la provincia de Cádiz.

Juntos dinamizan las visitas al Castillo de San Sebastián, con gran demanda durante el período estival. Han realizado rutas en el Castillo de Santa Catalina, en el Parque Genovés, por el Cádiz Flamenco, el de Las Cortes o el del Carnaval. En este último ámbito cultural cuenta el entrevistado con varios premios del Concurso oficial de Romanceros; «para mí, la modalidad que mejor ha mantenido esa esencia original del Carnaval de Cádiz, a pie de calle, en casapuertas, sin pretensiones».

En la actualidad, ‘De Ida y Vuelta’ es la responsable de poner en valor la casa-palacio Aramburu con espectáculos como Cádiz Oculto —una visita teatralizada en clave de terror— o su particular adaptación del Cuento de Navidad de Dickens. Han sido parte fundamental del Trincentenario con la ruta Cádiz, Emporio del Orbe —en recuerdo de la obra de Fray Gerónimo de la Concepción— y la exposición organizada por la Diputación Provincial sobre este el traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación. «Nos permite entender el impacto de este hito en el devenir de la capital, transformándola en lo que es actualmente». También durante este verano organizan las visitas al Alcázar de Jerez de la Frontera, un gran desconocido aunque pieza clave para entender la zona bajo el dominio islámico: «Aunque el calor nos lleve a la costa, merece que le demos una oportunidad», recomienda.

La ruta por el Panteón de Marinos Ilustres llega a su culmen en el cenotafio.

La ruta por el Panteón de Marinos Ilustres llega a su culmen en el cenotafio.

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